Un buen ejercicio de meditación es el que han practicado tantos sabios: La revisión del día.
Busca que nada te perturbe, relájate en la presencia de Dios y examina tu conducta.
Observa todo con amor y, sin culparte ni culpar, asume la responsabilidad de tus actos.
No caigas en la trampa de escudarte en fáciles excusas y mira en qué quieres mejorar.
Pide a tus ángeles luz y sabrás por qué te descontrolas y qué te ayuda a estar sereno y sin engancharte.
Alégrate de todo el bien que hiciste y deja que eso te anime a ser luz para muchos y una fuente de amor.
La revisión del día es un camino de sabiduría y te ayuda a evitar que una gotera abra paso a una inundación.
Cuando revises tu día puedes apagar a tiempo chispas que, si te descuidas, serán un incendio voraz.
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