El pesimista se queja porque el mundo real no es maravilloso, el optimista ve el mundo real lleno de maravillas.
El pesimista reniega y es víctima de las circunstancias, el optimista bendice y es arquitecto de las circunstancias.
El pesimista se resigna y espera que las cosas pasen, el optimista cree y hace que las cosas pasen.
El pesimista destruye con sus críticas y sus dudas, el optimista construye con sus elogios y su confianza.
El pesimista refunfuña porque las rosas tienen espinas, el optimista agradece que las rosas tengan hermosos pétalos.
Cada día tú eliges ser positivo o negativo, creer o dudar, alabar o enjuiciar, construir o destruir.
Cada día decides unir o enfrentar, aportar o entorpecer, ser parte de la solución o parte del problema.
Por lo mismo, aviva tu fuego interior y verás oportunidades donde otros solo ven problemas.
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