Esta frase que refleja el sentir de todos los colombianos de bien, que somos la inmensa mayoría, fue expresada con todo el énfasis de que es capaz por el Dr. Fernando Londoño en una entrevista que concedió la semana pasada, después del cobarde intento de asesinato que casi le cuesta la vida. En medio de gran ira e intenso dolor, hizo vibrar las cuerdas de su garganta, heredadas de su padre, quien bien fue llamado en su tiempo por sus coterráneos como Pico de oro, porque cuando hablaba en la plaza pública daban ganas de sacar pareja.
A pesar de que a veces se le sueltan las riendas y exagera en sus apreciaciones y ataques, especialmente contra ciertos funcionarios del actual gobierno, tenemos que reconocer que en la mayoría de los casos tiene razón. Ahora protestó contra los recientes hechos ocurridos, que nos han vuelto al estado de alarma ante los miserables ataques de los narcoasesinos que a ratos, y como para demostrar que siguen con algo de vida, atacan a traición a todo el mundo, dejándonos con el dolor de ver tanta crueldad y tener que quedarnos impávidos ante nuestra impotencia.
Por eso también, y lo escribo con mesura porque mi admiración por el Dr. Uribe sigue en un punto alto y mis sentimientos por Santos, aunque rebajados, siguen en buen nivel, creo mi deber dar a conocer lo estoy pensando sobre la forma en que se están enfrentando quienes han sido dos de los mejores presidentes que ha tenido nuestra patria en muchos años. Viendo la cantidad de enemigos que le han aparecido a Uribe, la mayoría de ellos gratuitos, o al menos con rencores malignos por no haber llegado a las alturas del poder, que es lo que más ambiciona un político, se han dedicado a hacer eco de los ataques de los mamertos que pululan en nuestra tierra y que con su grasienta capa de malquerencia viven en función de enlodar la honra de quienes han sacrificado gran parte de su vida por dejarnos un poco de tranquilidad. En esto tiene bastante razón Uribe, quien ha reaccionado con fuerza porque considera que Santos nunca le dio el apoyo que él esperaba de su mandato, y por el contrario abrió la puerta para que sus enemigos se vinieran lanza en ristre con ataques de la mayor bajeza.
Es por eso que creo que la ruta que están siguiendo nuestros verdaderos jefes no es la mas beneficiosa para el país, especialmente en estos momentos en que los ánimos están volviendo a etapas críticas. No podemos ver con buenos ojos que en lugar de aliarse para enfrentar al enemigo común, se hayan dedicado a atacarse por los tales twitters, con frases hirientes que rechazamos los que no estamos metidos en esos agarrones.
Colombia sigue en una situación de debilidad ante la delincuencia de toda clase que no nos permite el lujo de andar agarrados de la mechas entre nosotros mismos.
Repito la frase de Londoño: No tenemos país de repuesto. Es por lo tanto necesario que se nos inyecte optimismo, como lo tuvimos hasta hace tan poco tiempo, que sintamos que el gobierno y los verdaderos patriotas están pensando en el bien del país, y dejemos de lado los sentimientos, que aunque humanos, no se pueden anteponer a nuestro inmenso deseo de una verdadera Unión Nacional contra el mal y la corrupción.
El país no puede seguir sintiendo que existen brechas tan grandes entre los gobernantes y sus líderes, y que estas alcancen tal magnitud que no puedan inclinar sus lanzas para que, en un gesto que la historia les reconocerá, actuar como lo que todos ambicionamos, y unidos seamos capaces de derrotar al enemigo que tanto daño nos ha hecho.
P.D.: Nos preocupamos más por la impotencia sexual que por la impotencia moral.
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