María Carolina Giraldo V.
En la columna pasada me referí a la necesidad que tenemos, como sociedad, de reivindicar el rol de la política. Entenderla, no como el acto politiquero de abuso y exceso de poder, sino como la herramienta fundamental para la construcción democrática y el logro del bienestar general.
Así pues, señalé la importancia de contar con más personas que le pierdan el miedo a hacer política, a trabajar por la prosperidad común y a usar las instituciones democráticas para construir una sociedad mejor.
Particularmente, en el caso de Manizales y Caldas, la crisis del agua despertó en los ciudadanos conciencia sobre la necesidad de hacer política, de esa que busca el interés general y no el particular. Sin embargo, estas personas, en su gran mayoría, han sido ajenas al funcionamiento de lo público y hoy se preguntan ¿cómo podemos trabajar para generar los cambios fundamentales que demandan la ciudad y el Departamento?
Una propuesta, de las múltiples que se pueden plantear, es fortaleciendo las instituciones de la sociedad civil. Estas son un escenario fundamental porque son el primer filtro del interés particular. Allí se discute sobre como alcanza el bien común para llevar una posición consensuada al debate con el sector público.
Por su naturaleza, la figura de la genérica de las instituciones de la sociedad civil son las ONG. En Caldas se pueden encontrar muchísimas, de variados temas, y su estructura se presta para trabajar particularmente en asuntos relacionados con el desarrollo social, cultural y ambiental.
Una de las principales preocupaciones de los ciudadanos al acercarse a los espacios políticos, es la capacidad de hacer veeduría y control. La Corporación Cívica de Caldas viene trabajando, desde hace 30 años, en ser la institucionalidad de aquellos interesados en una gestión transparente de lo público. Ésta es una organización de puertas abiertas, que está dispuesta a recibir y atender a todos los ciudadanos que quieran ejercer sus derechos a hacer veeduría a los mandatarios electos por voto popular.
Existe la institucionalidad gremial, la cual es un excelente escenario político para, desde los distintos espacios que representan los gremios, buscar el bien común. Éste no debe ser confundido con el interés particular de sus afiliados o sus representantes. Pero esta tarea no se hace sola, no la puede hacer el director ejecutivo de un gremio, necesita apoyo y acompañamiento de sus afiliados para que el debate sobre la prosperidad general sea enriquecido con ideas diversas. Hay que acompañar a los gremios, empoderarlos, asistir a sus reuniones, y participar en ellos, desde la perspectiva que estas instituciones se crean para representar ciertos sectores sociales, siempre pensando en como apalancar el bienestar de todos.
Por su parte, los partidos políticos son la institucionalidad clásica de la sociedad civil, donde se agrupan los ciudadanos con ideas afines sobre la gestión de lo público y sobre cómo alcanzar el bien común. Es allí donde toman forma las ideas sobre cómo lograr los objetivos sociales, económicos y ambientales que permitan construir una mejor sociedad. Si queremos fortalecer nuestra democracia, también tenemos que trabajar activamente por transformar los partidos, pero eso solo sucede cuando nos comprometemos con ellos, militando de manera activa y exigiendo de sus dirigentes un comportamiento coherente con la plataforma que defienden.
Fortalecer las instituciones de la sociedad civil, es un certero primer paso para poder hacer política de la buena, de la que genera valor social, de la que suma, de la que construye, de la que necesitamos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015