En 1971, el nativo americano Iron Eye Cody se convirtió en un símbolo de dignidad y dolor por la tierra. Su rostro, marcado por una lágrima, hizo parte de una campaña ecológica para concienciar a las personas sobre la contaminación; aviso que fue elegido por la Mother Nature Network como "el mejor anuncio de servicio público sobre ecología de la historia".
Ese "indio llorón", como es conocido, marcó un antes y un después. Hasta ese entonces los nativo americanos eran unos salvajes de piel roja que el rubio general Custer o John Wayne tenían que matar en televisión. Iron Eye Cody nos recordó que esas tierras, y las de todo el continente americano, eran de ellos, mucho antes de que llegaran los conquistadores españoles, franceses, ingleses, holandeses y portugueses por estos lados. Y que se las estábamos violando.
Esta semana vimos otros indios luchar por sus tierras. La guardia indígena nasa-paez del Cauca se fue con palos, piedras y machetes contra los soldados que protegen una torre de comunicaciones instalada en el cerro Berlín en el municipio de Toribío, y los sacaron arrastrados de allá. Las imágenes de las lágrimas del sargento García, todo empolvado y humillado, conmovieron e indignaron al país que - una vez más - se vio obligado a tomar partido: o los indígenas son los malos por esta asonada o lo son los militares y el Estado que al invadir tierras sagradas dejaron a los indios en medio del fuego cruzado en su guerra contra la subversión.
Para ayudarnos a decantarnos por uno o por el otro, el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón dice que los paeces están infiltrados por el guerrillero fariano conocido como ‘Pacho Chino’. Y el presidente Santos habla de respetar a las autoridades y de aumentar el pie de fuerza, cosa que no hizo antes en esa región controlada por la guerrilla de las Farc desde hace años.
Los indígenas, por su parte, hablan de dignidad, de sus leyes, de defender un cerro que - supuestamente - es místico para ellos. Y ya pusieron su muerto. Sus lágrimas.
Me inclino, sin embargo, por lo que dice la inteligencia las Fuerzas Armadas que indica que el arrebato indígena se debe a que en esa montañas habría 30 toneladas de cocaína pura esperando a ser despachada desde el puerto de Buenaventura a los carteles mexicanos, y de ahí a los Estados Unidos. Si hace dos años la tonelada de coca costaba en el mercado negro 50 millones de dólares, y se cree que su precio ha aumentado, eso es mucha plata la que hay de por medio.
El problema en ese sector del Cauca es, como casi todos los grandes problemas de esta nación en las últimas décadas, por el poder corruptor del narcotráfico y la desidia del gobierno. A las comunidades indígenas no se les ha integrado en los proyectos de desarrollo estatales, en eso que llaman "tejido social", por lo que tienen que emplearse como cultivadores y raspachines de coca. Un negocio que, como mencioné antes, deja muy buenos ingresos a estas personas, así solo sea un porcentaje menor, pues el grueso se lo llevan los carteles mexicanos, los colombianos, la guerrilla, los funcionarios corruptos que miran para otro lado y, obviamente, los traficantes jamás señalados de los Estados Unidos.
Tienen toda la razón estos paeces en emberracarse y pelear, pues los están privando de su mayor ingreso económico. Entonces no vengan a decir que es por la defensa de unas tierras sagradas o, en el caso del Estado, por mantener la soberanía de Colombia y "proteger" a la comunidad de la guerrilla, cuando antes no lo había hecho. Esos pretextos son tan falsos como la lágrima de Iron Eye Cody, que después de que murió en 1999 se supo que era un actor de origen siciliano llamado Espera de Corti que se ganó la vida haciéndose pasar por un noble indio.
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