La reforma a la justicia terminó siendo un traje a la medida. ¿A la medida de quiénes? De los casi 190 excongresistas y congresistas investigados actualmente. El famoso "hagámonos pasito" imperó en su tramité legislativo. Un hagámonos pasito entre el Congreso, las Altas Cortes y el Ejecutivo. Un complicado juego entre estos sectores, donde los grandes perdedores fueron las ciudadanas y ciudadanos y la Democracia en Colombia.
Los congresistas investigados, muchos de éstos acusados por parapolítica y otros con procesos de pérdida de investidura pendientes, legislaron no solo en beneficio propio, sino que terminaron favoreciendo a muchos de los investigados del anterior gobierno por actos de corrupción y vínculos con el paramilitarismo. El gobierno nacional fue perdiendo cada día su capacidad de incidir en la reforma, la cual quedó transformada en un acto legislativo que podría decirse instaura nuevamente en Colombia la inmunidad parlamentaria. Más que una reforma a la justicia, es una reforma que propicia la impunidad para los aforados y la cultura del atajo.
Lo expresé en la plenaria de la Cámara de Representantes desde el primer debate (http://www.youtube.com/watch?v=1vKB6m-1150&feature=relmfu): este acto legislativo no beneficia a los ciudadanos de a pie, privatiza la justicia al permitir que particulares cumplan funciones de jueces; no descongestiona los procesos de la rama; no restablece derechos a las víctimas y no soluciona los enormes problemas de impunidad del país. Con ella por el contrario se le daba un golpe mortal a la Constitución del 91. Por estas razones, por ser una reforma que atentaba contra mis convicciones éticas y mis principios, apelé a la objeción de conciencia y en todos los debates voté en contra.
La iniciativa legislativa se instaura en la lógica de las reformas a la salud y a la educación que se han querido adelantar en Colombia en las últimas décadas. Se cree que el acceso a los derechos, la eficacia de las instituciones y la pronta solución a los problemas, se obtiene privatizando estos sectores, con lo cual se amenaza nuestro ya frágil Estado Social de Derecho. ¡Privatizar un derecho es como intentar convertir un círculo en un cuadrado!
Las voces y los análisis de especialistas, académicos y líderes de opinión fueron contundentes, muchos de ellos calificaron la reforma como un acto de revancha de los congresistas no solo frente a las Cortes, sino frente a la ciudadanía. El gobierno nacional en su profunda soberbia y con la certeza plena de la forma como venía operando la aplanadora legislativa en el Congreso, mostró oídos sordos y cerró sus ojos frente a lo que ocurría, la reforma debía sacarse al precio que fuera. Todo vale para que la reforma pase, pareciera que fue el mensaje.
Nuestras voces de alerta se hicieron sentir desde el miércoles temprano, antes de la votación de la famosa conciliación, pero no logramos nada, cerca del 90% de los congresistas aprobó el texto final. Ese mismo día, una vez se conocían con mayor profundidad algunos de los alcances de lo que se había aprobado, como la eliminación de la detención preventiva para los congresistas; la creación de una sala especial para sus procesos de investigación; la gradualidad de la pérdida de investidura y la eliminación de algunas de sus causales, haciendo aún más engorroso el procedimiento, y la ampliación de fueros para algunos funcionarios, entre otros, produjeron la indignación ciudadana que durante estos días, de manera permanente, se ha expresado a través de los medios de comunicación, las redes sociales, las opiniones de expertos, las voces ciudadanas, las protestas en las calles. Dicha indignación se ha concretado en la convocatoria ciudadana para derogar este "frankenstein legislativo". Su objetivo, además de derogar este acto legislativo, será conformar un frente común para defender la justicia en nuestro país como un derecho ciudadano, para exigir más justicia para la justicia.
Hoy de nuevo en Colombia el constituyente primario tiene la palabra. Nuestra invitación es a hacer escuchar nuestras voces y movilizarnos para recoger las firmas que se requieren en los distintos momentos del proceso.
¡El Congreso de la República está en receso, ahora quien sesiona es la ciudadanía!
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