Antonio Cervantes, "Kid Pambelé", en un arrebato de genialidad, dijo que "es mejor ser rico que pobre", para tratar de explicar el despilfarro en vicios que hizo de la plata ganada en su exitosa carrera deportiva. El cristianismo, en sus distintas expresiones, presenta la pobreza como una virtud, aunque las jerarquías hayan sido siempre aliadas del capitalismo, por aquello de que "el que a buen palo se arrima, buena sombra lo cobija". Los judíos, por su parte, que comparten buena parte de la doctrina cristiana, son los dueños de los grandes negocios en casi todos los países del mundo, lo que les permite, por extensión, tener una gran influencia política. Los estadistas, todos, por congraciarse con las masas, insisten en proponer programas que reduzcan la pobreza, discurso demagógico que reiteran en todas las campañas.
A la gente hay que prepararla, no para que sobreviva con trabajos subalternos mediocres, sino para que consiga plata; para que se vuelva rica. Y eso se logra con una educación adecuada, en el tiempo mínimo de una generación. Como "lo urgente no deja hacer lo importante", se han desperdiciado décadas poniendo paños de agua tibia sobre las grandes dolencias de la sociedad. Las principales de ellas, la ignorancia y la pobreza, que van de la mano. Esa labor de educar a la gente para que se supere y adquiera un estatus económico elevado, les resta materia prima a los políticos corruptos, al crimen organizado y a la subversión.
Tres destacados dirigentes políticos del siglo pasado, de aquellos a quienes jamás les pasó por la mente meter las manos en las arcas oficiales, o pedir coimas a contratistas, tenían entre sus galardones el de ser pobres. Ellos eran: Silvio Villegas Jaramillo, Alberto Lleras Camargo y Juan Lozano y Lozano. Vivieron de los honorarios devengados en actividades públicas o académicas; y las únicas empresas que acometían ocasionalmente eran fundar periódicos, que indefectiblemente se quebraban. Al respecto decía Lozano: "No me gusta que me recuerden mi pobreza, pero en gracia de la excelente compañía de Silvio y Alberto, consigno el dato, infortunadamente verídico." Y agregaba: "La pobreza es un signo de incapacidad mental y moral." Y concluía: "(…) si no conseguimos dinero, necesitándolo tan urgentemente y ambicionándolo tan ardientemente, es porque no podemos, porque nos falta una circunvolución en la cabeza o un resorte en la energía (…)".
Las últimas tendencias educativas apuntan hacia el emprendimiento. Esta idea la alimentó hace muchos años un hombre a quien Colombia le debe mucho: Rodolfo Martínez Tono, fundador del Sena y director por muchos años de esa entidad, que tan valiosos servicios le ha prestado a la Patria. Otras organizaciones, que han entendido la idea de formar empresarios que superen la mendicidad del empleo, como la Federación Nacional de Cafeteros, las EPM y la Organización Sarmiento Angulo, por ejemplo, han comenzado la tarea de formar ricos, porque si los pobres van al cielo, como predican curitas y pastores despistados, los ricos pueden ir a todas partes.
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