Todos recordamos aconteceres de nuestra infancia casi todos felices y de memoria agradecida. Creo que nos pasó más de una vez la prontitud que mostrábamos para hacer el mandado, el servicio o la compra que se nos pedía o exigía.
Íbamos saltones y contentos sobre todo a algunos lugares donde casi siempre el tendero con ánimo amable agregaba a la compra hecha la esperada "ñapa" que cogíamos con avidez y sorpresa; unas veces un confite, un banano, una naranja, un puñado de corozos, una manada de mamoncillos y hasta a veces un trompo.
Íbamos contentos a la faena mandada y regresábamos con cara de satisfacción mostrando o contando sobre lo obsequiado como valor agregado a la sencilla compra: era la esperada ñapa o encima que nos gustaba recibir y nos hacía sentir en un mundo fraterno, alegre, limpio.
Creo que más de uno asiente con su cabeza sumándose al grato recuerdo del recibimiento de la ñapa que tantas alegrías nos dio; recordamos con gratitud los nombres del tendero o la tendera que con voz cariñosa nos estiraba la mano en la cual se lucía la esperada ñapa.
Pasaron los años y la costumbre de la ñapa desapareció en parte por el alza de costos en los artículos que pone al comerciante a cortarse las uñas para sostener su negocio y parte porque no hay la prontitud y gozo para hacer los mandados o pequeños servicios que nos demandan gusto y tiempo, buena voluntad y obediencia.
Con grata sorpresa he reconocido una verdad en el Evangelio: Cristo nos invita a "dar ñapa", es decir a hacer más de lo que se nos pide, de alargar la mano con generosidad, a ir más allá de lo que se debe, de mostrar que el amor va más allá de la justicia.
Tanto el Evangelio de Mateo como el de Lucas señalan cómo el Señor invitaba a los discípulos de ayer y de hoy a ser generosos, amplios, espléndidos para dar. A ustedes los que me escuchan yo les digo: "al que te quite el manto dale también la túnica; da a todo el que te pide". "Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil". "Así serán hijos de su Padre que hace salir el sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos".
Me alegra leerlo: el Señor nos pide dar ñapa, encima, de más; ser generosos, espléndidos para dar tiempo, dinero, bienes, amor y dedicación a los demás.
En esto se explica en parte el éxito de muchas personas que con su trabajo generoso, justo, dadivoso, hace posible que las cosas marchen mejor en su casa, empresa, trabajo, existencia.
Quien da lo que es justo es bueno, quien da más es mejor, quien da la vida es perfecto. Definitivamente me gusta "la ñapa".
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