Néstor Ricardo Mejía Nariño, ingeniero agrónomo del  Sena, explica que la idea de construir una casa modular en madera de café le surgió después de que el sacerdote Alirio Ramírez Gómez, quien lideraba en ese momento  la  Pastoral social de la Arquidiócesis, le comenta que un habitante de la vereda Morritos, de Filadelfia, se le incendió la casa.

Mejía en compañía de la comunidad, la Pastoral Social, el subdirector del centro para la formación cafetera del Sena, Julián Muñoz Arias, y un arquitecto se unieron para colaborar con un proyecto pionero denominado Jóvenes rurales emprendedores.

Se propone construir la vivienda usando madera de café, que además de tener dureza y densidad alta, que la hace resistente, es fácil de adquirir: el ciclo de renovación de  los cafetales se cumple entre los cinco y los siete años después de su siembra.

El proceso empezó en enero del 2013 y consistió en aprovechar la madera de los cafetales, donde se realizó el soqueo (lo que normalmente hace el campesino es dejarla en los lotes, tirarla a las cañadas o usarla para cocinar, ocasionando daños ambientales irreparables), posteriormente se  lleva donde un carpintero quien la pule y saca varillones de aproximadamente 60 centímetros de largo. Se arman los módulos de 0.60 x 0.60 cms y al unirlos van conformando las paredes.

Las columnas se arman traslapando y estructurando los varillones con los  pernos metálicos, luego se anclan a la losa de concreto, previamente vaciada, por medio de platinas metálicas pernadas. La madera también es utilizada para las puertas y ventanas.

De una hectárea de café con una densidad de 6 mil palos se  puede sacar la madera para una casa.
Este experimento tiene varias connotaciones: la económica, porque la materia prima no tiene costo, pues se produce en la misma zona, la cultural, por contribuir a la socialización por ser un proyecto que une voluntades de un mismo grupo social, y la ecológica, porque evita la contaminación con la quema de la madera de los ríos y quebradas.

El Sena le otorgó el premio Innova como tema pionero y obtuvo $10 millones en materiales. También dispuso un arquitecto e ingeniero agrónomo  para apoyarlo. Igualmente capacitó a los campesinos.

Para el sacerdote Alirio Ramírez Gómez, este tipo de proyectos fomentan valores y el trabajo en equipo.

Se empezó con apoyo del Sena, la dirección  de la Pastoral Social de la Arquidiócesis y una fundación integrada por familiares y amigos denominada Todo ser humano es mi hermano.

Se constituyó un grupo interdisciplinario (carpintero, soldador, campesinos y la colonia de Filadelfia en Manizales). El Sena aportó materiales, un arquitecto y a Mejía. Mientras que el beneficiario puso el lote, la mano de obra y otros implementos.

La idea es multiplicar la semilla para aprovechar la madera del café y solucionar la deficiencia de vivienda  en el campo.

Destacado:
El Sena le otorgó el premio Innova como tema pionero y obtuvo $10 millones en materiales. También dispuso un arquitecto e ingeniero agrónomo  para apoyarlo. Igualmente capacitó a los campesinos.

COMENTARIO ADICIONAL:
Norberto Villada Pérez, residente de la vereda, cuenta que el proyecto empezó hace un año y que el contacto con el Sena se hizo por intermedio del padre Alirio Ramírez.
Señala que el  proceso de la madera es dispendioso, pues se corta, pasa por carpintería, para pulirse y acondicionarse, se continua con la vaciada de la  placa en concreto que servirá de base a la vivienda y que va con el diseño arquitectónico, estructural  y los puntos hidráulicos, sanitarios y eléctricos definidos.

La madera  es impermeabilizada para evitar que se afecte por humedad o se invadida de plagas. El proceso se realiza manualmente.
Las hidrosanitarias y eléctricas van incrustadas dentro de los módulos de tal forma que no se vean ,pero que  funcionen bien.

El techo va construido en estructura metálica y finalmente a la madera se le aplica sellador y laca,  después de lijar, para lograr un acabado final estético.