Hace algún tiempo los estudiantes íbamos a la escuela a aprender matemáticas, lengua castellana, inglés, ciencias naturales y, en general, las áreas del conocimiento y, por supuesto, a poner en evidencia la práctica de los valores, la cívica, la urbanidad y a dar cuenta de una buena conducta; podríamos afirmar, incluso, que el solo hecho de ir a la escuela y demostrar interés por prepararse, era garantía de sus buenas condiciones personales y de su desempeño actitudinal; no obstante, desde unos años recientes y ante el deterioro de la unidad familiar como célula natural de la sociedad y, por ende, desde la epidémica afectación sicosocial de niños y jóvenes, los requerimientos que la sociedad le hace a la escuela han cambiado diametralmente. Hoy, es más importante formar al niño en el ejercicio de sus valores, en las competencias ciudadanas y en la responsabilidad del civismo y la urbanidad, que desarrollar en él, las competencias del conocimiento, es decir, la convivencia escolar se ha convertido en un campo cognoscitivo que debe ser atendido por la escuela con supremo interés, con afán investigativo y con el adecuado uso de estrategias curriculares pertinentes; en tal sentido, me atrevo a pensar que tenemos una asignatura pendiente, si bien es cierto que en algunas instituciones educativas se ha llevado a cabo el desarrollo de algunos proyectos que apuntan a la atención de esta demanda, también lo es que en una amplia mayoría no hemos asumido el rol de "gestores de la convivencia escolar"; en muchos casos nos hemos limitado a cambiar términos que por sí solos, no implican las transformaciones culturales y conceptuales que esta asignatura demanda: disciplina por convivencia, reglamento por manual, sanción por correctivo, prefecto por coordinador; en fin, modificaciones solo de léxico que parecen nos ubican en una nueva dimensión, pero en la práctica la tarea es básicamente la misma. Para mostrar solo un ejemplo, veamos a qué se dedica hoy, un coordinador de convivencia en la escuela: a hacer seguimiento a los retardos, a las inasistencias, a hacer procesos disciplinarios a los estudiantes, a aplicar correctivos, a atender padres de familia de estudiantes regularmente en conflicto, y lo más sustancial, es la administración del Manual de Convivencia, velar por su estricto cumplimiento y proponer de manera recurrente reformas, que al ser nuevamente transformadas denotan su inocuidad; y eso que hablamos del líder de la convivencia, porque hasta en eso nos hemos equivocado, hemos dejado la convivencia como responsabilidad de una sola persona, cuando hoy por hoy, es una tarea sustantiva que nos compromete a todos. Considero que nos ha llegado la hora de asumir esta responsabilidad con la trascendencia que ella demanda, no en vano el tema de la convivencia escolar se ha convertido en objeto de estudio y de investigación; existen académicos e investigadores en el mundo, dedicados a tratar la convivencia, existe un observatorio internacional de la convivencia escolar, hay abundante literatura sobre este aspecto que, día tras día, despierta mayor interés; mi convocatoria, entonces, es para la escuela, para los maestros, para los directivos y, especialmente, para los coordinadores de convivencia, para que transformen sus prácticas, para que se dejen interpelar por el mundo de la academia y la investigación, para que lean las obras que al respecto se han publicado desde diferentes latitudes, para que hagan parte de ese gran número de personas que diariamente visitan el observatorio internacional, para que esa convivencia escolar sea su materia de trabajo, su objeto de estudio, al ser atendida con rigor científico e investigativo como cualquier otra disciplina del conocimiento.
En este sentido, deseo resaltar los esfuerzos que se dan en el parlamento colombiano, específicamente en la Cámara de Representantes donde la representante Juana Carolina Londoño, acompañada del expresidente de dicho órgano, Simón Gaviria, están a punto de convertir en ley de la República, el proyecto de ley 201, por el cual se crea "el sistema nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos y la prevención y mitigación de la violencia escolar". Con él se pretende construir una ruta de atención integral a la convivencia escolar con cuatro componentes fundamentales: la promoción, la prevención, la atención y el seguimiento. Invito a todos los maestros y directivos a estudiar este importante documento, que considero será de gran utilidad en el propósito de hacer de la convivencia escolar un asunto de todos y un área de interés prioritario. Reconocimiento extensivo a todas las instituciones que desarrollan y adecúan proyectos innovadores que apuntan a mejorar los índices de la convivencia escolar, como el Liceo Isabel La Católica, con su proyecto de intervención a la problemática del matoneo infantil y adolescente.
Finalmente invito a la fundación Fundeca, al observatorio de la calidad de la educación, para que se incluya en la agenda institucional, el observatorio de la convivencia escolar en el municipio de Manizales y en el departamento de Caldas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015