La discusión sobre el nuevo nivel de la Contribución Cafetera está sobre la mesa. Ya se han comenzado a manifestar diversos agentes cafeteros. Y todavía no conocemos los estudios de los técnicos al respecto, sería importante que los oráculos que el gobierno tiene para los estudios cafeteros mostraran sus cartas. El senador Robledo ya tiene en mente un gran debate cafetero para llevar la discusión del gremio al Congreso. El presidente Santos, que conoce bien de economía cafetera, planteó el tema en el Congreso Cafetero de finales de año. La pregunta es sencilla: ¿cuál debería ser un nivel justo y racional de la contribución cafetera?
Los 6 centavos de dólar que se pagan por cada libra exportada, sencillamente no alcanzan. La pregunta también en el fondo no es solamente sobre la cantidad de centavos, sino qué es lo que los cafeteros quieren que el gremio asuma como tareas subsidiadas. El tamaño y profundidad de las mismas tareas determinará necesariamente el nivel de la contribución. Otra pregunta clave es si se mantiene en una cantidad fija, o se coloca como un porcentaje del ingreso generado por los café, o se adopta una fórmula más flexible de ahorro en momentos de vacas gordas y de desahorro en épocas difíciles.
Este es un tema que puede correr el peligro que se asuma con demagogia y oportunismo politiquero, y que la discusión termine en escenarios y con argumentaciones bien complejas que olviden la esencia y savia del gremio cafetero colombiano. Este gremio ha sido fuerte gracias al uso de la parafiscalidad, es decir, de este tipo de recursos que como la contribución cafetera salen del mismo sector para ser reinvertidos allí mismo. El esquema colombiano ha sido ejemplo de muchos otros países en esta materia. Además, el sistema posee un elemento de solidaridad bien interesante, pues es un hecho que termina beneficiando más a los pequeños caficultores. Por algo será que algunos grandes cafeteros, que son excepción en un gremio que es más bien de pequeños cultivadores, han puesto el grito en el cielo al ver venir una elevación de la contribución.
La institucionalidad cafetera está en peligro y en grave peligro. Bien lo manifestó el Gobierno el año pasado cuando señaló que los recursos del gremio están saliendo del presupuesto nacional y esto es sencillamente insostenible: De cada cuatro pesos que se invierten en el sector, tres vienen del gobierno.
Hay un problema de oportunidad en esta inevitable media. La realidad de ingresos de los cafeteros debido a la caída persistente de la producción, que ha sido generada por problemas de clima, falta de fertilización, por la política de renovación y el cansancio de las tierras. Los bolsillos de los cafeteros están vacíos. Por ello, la reacción negativa, un poco impulsiva, de grupos de cafeteros frente a la idea de subir la contribución. En efecto, la decisión debe ser técnicamente estudiada, que implica una evaluación de los distintos programas que ejecuta la Federación, y una decisión política sobre lo que los cafeteros desean. Con tacto y realismo debe ser ubicada la contribución, y no será fácil. Unos estudios preliminares manifestaban que un nivel acorde con el rango de gasto necesario de la institucionalidad cafetera ubicaría la contribución en unos 20 centavos. ¿Será que es posible triplicar la actual contribución? No será fácil. Pues no se puede pasar de cuchilla a serrucho de un momento a otro. Pero también hay que ser realistas y saber que sí tendrá que ser incrementada sustancialmente, si se quieren mantener muchos de los servicios actuales. ¿Se justifican todos ellos? ¡Qué hablen los caficultores!
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