Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Ocho días más, y empiezo este escrito con la misma incertidumbre de la semana anterior, preguntando a que juegan los directivos del Once Caldas que siguen perdiendo tiempo sin un plan estratégico de corto, largo y mediano plazo para el segundo semestre.
Si lo de Leonel Alvarez quedó descartado hace varias lunas, qué esperan para nombrar un técnico en propiedad que ordene el proyecto deportivo, analice y evalúe las divisiones inferiores si va a ser la apuesta, y que se haga responsable de la nómina.
Pero la única gestión ha sido desprenderse de los pocos jugadores de cartel que había, caso Pajoy y su traslado a Nacional, el no regreso de Dayro Moreno, y la probable salida de Neco Martínez, a quien le abrieron puertas para el mercado internacional.
Con quiénes se participará entonces en la liga Postobón II si no hay un solo nombre que se mencione como refuerzo bajo la excusa de que no hay plata, y ni siquiera tienen claro qué clase de entrenador buscan, o que tipo de propuesta quieren desarrollar.
Seguramente confían en que Álvaro Muñoz Castro les acerque el candidato, ya que el matrimonio con ese agente pareciera indisoluble pese a tantos negocios raros realizados que se han denunciados públicamente, incluidos algunos en aquel famoso informe de auditoría.
Con la selección Chocó que tienen en la menores no pasa nada, y así pretendan vender el cuento de que es lo único viable, que algunos se comerán por acomodados, la señal es que el club no obedece a parámetros de convicción, está sin norte, y a la buena de Dios.
Y la verdad es que nadie se toca, en un conformismo inexplicable, mientras todos a una resignadamente aceptan la posición de una directiva que hasta la saciedad ha tenido rasgos de inoperancia, mínima visión, floja gerencia, y limitada ambición.
Si no son capaces con el Once Caldas, que lo suelten, porque al ritmo que van en breve lo cederán a manos extrañas que satisfagan sus apetitos particulares, dado que los conceptos comunidad y ciudad son totalmente ignorados por ésta administración.
Mediocridad absoluta en una plaza que ha sido grande, con un equipo histórico que tiraron a la ruina, frente a una afición que merece un trato distinto, y de la que se burlan sistemáticamente con burdos argumentos, cuando la realidad indica que nada se hace.
Entre tanto, el novato técnico que pusieron sigue sin dar pie con bola, ya envolató hasta la clasificación en la Copa Postobon que se lograba con una victoria sobre un Pereira que apenas existe, y sus credenciales no resisten un juego más comandando el plantel.
Qué pena, pero inaceptable que el Once Caldas aún no tenga técnico, responsabilidad que deben poner en alguien con experiencia en el manejo de los ‘pelaos’ en formación, y con suficiente personalidad y conocimientos para que el grupo lo respalde y le crea.
En ese universo de opciones los hay, sin la necesidad de erogaciones millonarias, eso sí sabiendo escoger, tarea que también los está desbordando por no tener idea de lo que se quiere, ni una estructura fuerte de base, más el peso de las pésimas elecciones pasadas.
Tendrán que pensar igualmente en jugadores, y mirar la posibilidad de nuevas caras, atractivas y novedosas, porque el fútbol como el circo y la vida requieren de artistas que renueven el espectáculo y conserven el show como factores esenciales de subsistencia.
De lo contrario váyanse, que otro fracaso pondrá al Once Caldas en un rol que no le compete, aproximándose a un Quindío, en donde el negocio personal supera el interés colectivo, con los consabidos desaires de quien solo se fija en su bolsillo.
Y para mayor rabia -me lo escribe un hincha que sufre y llora en las derrotas- con Pajoy ya son cuatro los jugadores de la última gran escuadra que pasan a Nacional, que sumados a Osorio, constituyen un volcán de pasiones blancas en el olvido.
Por último, imperdonable que en esa cesión de derechos de Pajoy por un millón doscientos mil dólares, no hubiesen involucrado hombres de la plantilla verde que aquí podrían tener cabida.
Hasta la próxima…
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