Toda Nación busca distinguirse por su escudo, himno y emblemas que le caracterizan ante las demás; así lo hace cada departamento, cada ciudad y muchos grupos.
En Caldas se venía buscando hacía años configurar los símbolos del departamento; por ello el 18 de julio de 2007 por decreto 0555 se declaró como flor emblema de Caldas "la josefina" sin olvidar que la flor emblema de Manizales es "el anturio negro".
La josefina es bella flor; parece que traída de Holanda o las Molucas se extendió bien por estas tierras del viejo Caldas hasta el punto de que lucía hermosa en los corredores de las casas amplias y grandes que otrora se construían con decoro.
Es del género de las pedaliáceas; se dice que su nombre nació como recuerdo de Josefina la esposa de Napoleón I que vestía siempre con lujos y derroche ya que en el centro de la flor aparece como una figura de elegante dama vestida a la usanza de la era Napoleónica; otras personas llegan incluso a ver en esa misma figura la semejanza con Cristo en la cruz.
Creo que muchas personas ni conocen esta bella flor ni saben que es nuestra flor emblemática; qué bueno que en los planteles educativos se informen sobre ello y que en muchas casas volviera a lucir esta bella flor que según algunos entendidos es de la familia de la orquídea.
El civismo es motor del progreso de los pueblos; uno se siente alegre con lo que estima y aprecia; es urgente volver a poner en alto los valores de esta tierra hermosa como es el viejo Caldas, "la mariposa verde" cantada en páginas musicales de bella tonada y letra.
Los antiguos opinaban creo que con mucha sabiduría: "en la casa donde veas flores, entra con confianza porque allí hay amor a lo hermoso y hay conocimiento de las etapas de la vida"; hay por tanto paciencia, germen de contemplación, recepción de la belleza.
Quien admira una flor tiene su corazón a semejanza: abierto, bello, paciente, limpio y repleto de semillas creativas como es la vida de toda flor y fruto de la naturaleza.
Cuando los niños crecen en un hogar donde se contempla y cuida la naturaleza, donde juntos siembran, cuidan y admiran las flores y los frutos, van aprendiendo a tener admiración ante lo sencillo y pequeño, serán cuidadosos y no destructivos, sabrán que la vida tiene ratos sublimes de recepción de belleza, perfume y candor.
Donde hay flores y música hay un nido para vivir bien, alegres y con ánimo contemplativo y sereno; en sitios y hogares así pronto el cariño y la risa se unen al concierto de un bello vivir como lo quiere Dios para todos.
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