Estos días de Semana Mayor, o Semana Santa, son jornada especial porque nos llama a detener nuestra mirada y corazón frente a Jesús de Nazaret que trajo al mundo el cambio o paso más decisivo en la historia; paso viene de la palabra "pascua"; es jornada pascual.
Algún día el profesor marxista Machovec dijo a sus alumnos en una clase de la Universidad de Budapest: "lo que los comunistas reprochamos a los cristianos no es el ser seguidores de Cristo, sino precisamente el no serlo"; días después el gran Gandhi decía a los hindúes en una charla o conversatorio: "yo digo a los hindúes que su vida será imperfecta si no estudian respetuosamente la vida de Jesús".
Estas afirmaciones hacen pensar en tantos que nos llamamos cristianos y sin embargo ni nos interesa o desconocemos todo sobre Jesús de Nazaret quedándonos solo en unos ritos que a veces más que entrega a Jesús lo que expresan es un deseo de manipular y someter a los caprichos o necesidades personales a veces egoístas al Señor.
Desde las páginas mismas de la Escritura donde encontramos gestos como "Tú eres el Cristo, el enviado, el salvador", "te seguiré donde quieras que vayas", pasando por el lenguaje admirado de los vitrales y los templos, las páginas musicales dedicadas a Jesús, hasta leer en Bernanos que al conocer a Jesús "ya tengo razones para seguir viviendo", escribe, encontrar en Dostoievsky estas letras: "todo nuestro planeta con todo lo que contiene sería una locura sin este hombre; No ha habido ni habrá jamás nada que le sea comparable; ahí está el gran milagro".
Otro gran hombre muerto en los campos de concentración Nazi debido a su fe anota: "si la tierra ha sido digna de albergar a un hombre como Jesucristo, si un hombre como Jesucristo ha podido vivir aquí, entonces también para nosotros la vida vale la pena de ser vivida. Si Jesús no hubiera vivido, entonces nuestra vida, a pesar de todos los otros hombres que conocemos, veneramos y amamos, estaría desprovista de sentido"; ese hombre era Bonheffer.
Si todo el Nuevo Testamento gira en torno a Él, si San Agustín escribió miles de páginas para hablar de Él, si Tomás de Aquino dedica casi toda su vida a entregar ese monumento teológico como es la "Suma Teológica", si Teilard de Chardin, jesuita, filósofo, teólogo, arqueólogo y sabio todo lo orientó hacia Cristo, es indudable que mirar a Cristo, escucharlo y recibir sus dones no es cuestión tangencial sino transversal y total porque toca toda la ida desde la cuna hasta la muerte, desde el dolor hasta el gozo.
José Luis Martin Descalzo en su libro sobre Jesús de Nazaret anota: "conocerle no es una curiosidad; es mucho más que un fenómeno de cultura; es algo, alguien, que pone en juego nuestra existencia. Él exige respuestas absolutas. Asegura que creyendo en Él el hombre salva la vida".
Esta Semana Mayor es ocasión para hacerse más cristiano cada uno; debemos ver y escuchar esta maravillosa historia de amor sabiendo que es para nosotros y aun más... es nuestra historia.
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