Jalisco lindo y querido - II

En mi última columna mencioné el virtuoso caso de Jalisco, el Estado mexicano que con la innovación ha logrado un desarrollo sin precedentes. En aquel momento expliqué los resultados obtenidos por ellos y hoy quiero mostrar cómo los alcanzaron. Es fundamental que una ciudad como Manizales, que se ha destacado por su potencial en esta materia, estudie de cerca el mencionado caso, pues seguramente habrá elementos para emular.

Esperando no caer en errores de omisión, quiero mencionar algunos elementos que convirtieron a Jalisco en el Sillicon Valley mexicano.

Primero que todo, Jalisco es el único Estado mexicano que mide el desempeño de la innovación a nivel subnacional. Para esto, utilizan los más serios estándares internacionales. ¿Por qué no pensar que Manizales haga lo mismo y que se convierta en una de las pocas ciudades latinoamericanas en medir lo que innova? Esta será la única manera de saber qué es lo que verdaderamente estamos haciendo en la materia.

Lo institucional también ha sido clave. En el año 2000 Jalisco creó un consejo estatal de ciencia y tecnología, que se dedica a diseñar e implementar políticas de innovación en conjunto con el sector privado y otras entidades del Estado. Esta institución tiene mucho poder a nivel local y es tremendamente reconocida por el sector privado, su gran usuario. En otras palabras; su director, un PHD en Ingeniería Bioindustrial ampliamente reconocido, tiene interacción directa con absolutamente todo empresariado. Clave mencionar que el presupuesto de esta entidad, entre el 2007 y 2011 se multiplicó por 4 veces.

Uno de los programas, diseñados a nivel nacional, pero implementados por este consejo estatal de ciencia y tecnología es Prosoft, cuyo objetivo es financiar proyectos de innovación relacionados con la tecnología de la información. Para aplicar a este programa, una compañía debe ser usuaria de este tipo de tecnologías y es requisito que el 100% de los recursos vayan a la empresa que presta el servicio tecnológico. Para acceder al apoyo financiero, se requiere un mínimo de creación de empleo, el cual puede llevarse a cabo tanto en la empresa usuaria de tecnología como en la proveedora del servicio.

Nada más este programa (Prosoft), entre el 2007 y 2011, aumentó la facturación de las empresas beneficiarias en US$35 millones y generó 3.300 empleos nuevos. El esquema, que está dirigido a varios sectores de la economía, con énfasis en las pequeñas empresas, ha tenido su mayor impacto en el sector servicios. Para volver al caso local, vale anotar que éste es el sector con más capacidad de generación de empleo y con mayor potencial en Manizales.

Otro elemento determinante del éxito de Jalisco tiene que ver con la focalización de esfuerzos y recursos. El Programa de Estímulos a la Innovación, otro esquema de política para impulsar la innovación desde el sector privado, hace una clarísima selección de pocos sectores a los que le quiere dar los recursos; entre ellos TICs, medios interactivos, agroindustria, biotecnología, medicina, entre otros.

Sin lugar a dudas la financiación es uno de los pilares centrales de cualquier estrategia de innovación. Por varios aspectos que exceden el propósito de este escrito, la financiación de la innovación varía diametralmente a la de cualquier otra actividad. En todo México se ha hecho evidente la falta de fondos ángeles y de capital de riesgo. Sin embargo en Jalisco, tratando de subsanar esta situación, el 80% de todo el gasto en ciencia y tecnología viene del sector privado.

Finalmente, y para concluir, es trascendental mencionar que una parte importante de la estrategia tiene que ver con la capacidad de Jalisco de presumir sus excelentes resultados. Es decir, todo lo que hace bien, lo cuenta y lo exhibe sin pena y con orgullo, como debe ser.

Sin duda alguna, Manizales no es igual a Jalisco. Pero puede llegar a serlo. Imitando ejemplos de aquellos que han hecho las cosas bien, podemos avanzar hacia donde queremos. Hace falta voluntad y liderazgo político.