Hace un tiempo y en otro lugar, me refería a la importancia de los espejos, esos territorios de nadie que nos permiten vernos aunque sabemos que no estamos allí. Y recordaba dos fragmentos de un hermoso poema de J. L. Borges que los refiere: (. . .) / Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro / paredes de la alcoba hay un espejo, / ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo / que arma en el alba un sigiloso teatro. / Dios ha creado las noches que se arman / de sueños y las formas del espejo / para que el hombre sienta que es reflejo / y vanidad. Por eso nos alarman.
Esto lo digo porque quienes habitamos y pertenecemos, por ejemplo, a una universidad reconocemos que los espejos que se presentan ante nosotros y en los que nos vemos reflejados son la sociedad misma, la ciudad, la región y el país. Estos espejos nos señalan en sus infinitas dimensiones que no podemos Ser sin lo que está frente a nosotros.
Y lo que está frente a nosotros es una enorme paleta de colores y diversidades culturales que reflejan los sueños y las esperanzas de una vida mejor de unos 46 millones de colombianos, entre los que a duras penas subsisten cerca de 1 millón 200 mil indígenas, y no más de cuatro millones de afro colombianos. Precisamente por esto, también lo he dicho, la universidad es un faro de realidad, un territorio de todos en donde el pensamiento cobra vida y a través del cual podamos entender, explicar y buscar soluciones a los muchos problemas que nos aquejan. Lo que está frente a nosotros es el reflejo de que nuestra función misional está en la construcción de una nación incluyente, solidaria, justa y equitativa.
Por la sociedad del Eje Cafetero, en donde nacimos hace 40 años, hemos ido transformándonos gradualmente; hemos cambiado nuestros modelos económicos y pasamos de ser una cooperativa para convertirnos en una Universidad que contribuye con el desarrollo social y cultural. Por esta región, hemos ido cambiando nuestros currículos con la idea de ser garantes de la preservación del patrimonio científico y cultural de los ciudadanos. Nuestro destino es el reflejo de millares de seres que nos han confiado su formación profesional y como ciudadanos.
Por todo esto, desde este espacio que gentilmente nos otorga LA PATRIA, queremos decirles a todos: no solo a nuestros dirigentes políticos y gobernantes, a los empresarios, industriales y comerciantes, sino -y muy especialmente- a todos y cada uno de quienes han sido nuestros rectores, profesores, estudiantes, administrativos y egresados, gracias, muchas gracias por estar y ser el horizonte espiritual que nos ha permitido ser una Universidad Moderna.
Gracias, muchas gracias a todos los ciudadanos del Eje Cafetero y del país. No cejaremos en nuestro empeño de continuar construyendo una sociedad razonable. Tal es una nuestra misión y así la seguiremos cumpliendo.
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