Este día nos trae dos hechos en los cuales son protagonistas dos famosos hombres de la historia; ambos son vistos haciendo frente a la dificultad ante la cual se crecen, se alzan, se elevan, poniendo en alto el ánimo de quienes los siguen.
El 4 de julio de 1798 Napoleón Bonaparte asombra al mundo cuando se toma con sus hombres a Alejandría, la capital de Egipto, la herencia de los faraones que se creía intocable e invencible.
Se recuerda bien cuando días antes, formaba su escuadra militar junto a las maravillosas e imponentes pirámides cargadas de historia, Napoleón puesto al frente de todos alzó su voz diciendo: "franceses, tenéis al frente el testimonio de un poderío inmenso; sus más de veinte siglos de historia os miran; hoy no podéis ser inferiores al reto de vencer para gloria vuestra y de vuestra Patria; adelante con valor".
Esta arenga llenó de entusiasmo a sus soldados que en forma ordenada y tenaz se lanzaron a la conquista de Egipto y lo lograron; la inteligencia y la emoción cuando van de la mano dan buenos resultados.
Otro 4 de julio, en 1817, ya en nuestra tierra latina, Bolívar pasó la noche con el agua al cuello escondido y sumergido en el lago de Casacoima.
La escuadra realista que era superior en número y armas perseguía a Bolívar y su reducido número de hombres; Bolívar tuvo que sumergirse en totalidad en el caño o laguna mientras pasaban los realistas; casi sin respirar, en quietud absoluta, en silencio temeroso pasó la noche convulsionando de frío; él y sus compañeros estaban llenos de ardor patrio y libertario; hacían lo que fuera por duro y doloroso que tocara con tal de proseguir y vencer.
Cuenta uno de sus soldados que al amanecer era tanto su entusiasmo que algunos creyeron había caído en la locura porque invitaba sin cesar a proseguir valientes, a buscar la libertad, a cortar los lazos de la esclavitud.
Es aleccionador ver a estos grandes genios en la dificultad y captar la manera valiente de enfrentarla; con realismo pero con prudencia y entusiasmo inyectaron fuerza para continuar en el camino de la vida.
Qué bueno que los padres de familia, los educadores y comunicadores recuerden que parte de su misión es mantener los altos ideales en frente, de animar con fuerzas constructivas y grandes no recortando los valores para vivir, las metas para conseguir; hay que proponer sin cesar lo bello, lo bueno, lo noble, lo difícil como metas para alcanzar porque el triunfo es para los valientes y arriesgados.
Por ello me entusiasma beber en el Evangelio de Jesús de Nazareth sus grandes retos: "sean perfectos", "remen mar adentro", "perdonen a quien los ofenda", "sepan transitar por el camino estrecho".
Me gusta beber estas páginas que proponen metas altas, proyectos de amor y servicio universal: el Evangelio es una mina de valores.
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