La muerte del coronel golpista, tras muchas falacias y una intensa batalla de dos años contra se neoplasia, coloca aparentemente un punto y aparte en la historia reciente de Venezuela. Su defunción ha sido asumida por sus compatriotas, después del espeso y torpe silencio de Maduro y compañía, con algo de resignación. La actuación de Chávez como un caudillo avasallador e imbatible, cuando por ejemplo hablaba de sancochar a los oligarcas, dejó sus secuelas. Era un convencido de que la simbiosis entre gobernante y pueblo era posible, pues dispuso de herramientas fundamentales para abordar esa "encarnación": sus mentiras, su carisma invulnerable, billones de petrodólares y más pobres que ricos en su Venezuela del alma. El paladín de la boina colorada murió vencido por un cáncer del tamaño de una pelota de tenis y suplicando a Dios más vida para consolidar su revolución institucional e ideológica: "Dios no me lleves todavía, dame vida, me queda mucho por hacer por este pueblo".
Su arsenal político y el paternalismo estúpido del Estado con la población más pobre, fundamentalmente mulata como él, explican buena parte del éxito del líder venezolano que, recitaba, cantaba y bailaba en público, durante su famoso programa "Aló Presidente". Allí insultaba a Uribe, a Vicente Fox y a Bush; también destituía y nombraba ministros, encandilando de paso al machismo nacional y latino, al anunciar desde el balcón del Palacio de Miraflores la inminencia de piruetas de catre con María Isabel Rodríguez, su segunda esposa entre los años 1999 y 2004. Decía: "Marisabel esta noche te voy a dar lo tuyo". Seductor, autoritario y campechano, sin escrúpulos en la consecución de sus objetivos y deseos. Por eso consiguió la veneración de las clases más necesitadas en un país de 30 millones de habitantes, proclive a los hombres como Chávez, as del narcisismo y la egolatría. De todas maneras, fue un jefe imprevisible, errático, contradictorio pero brillante; construido para la confrontación. Era un gallo de pelea que solo escuchaba su propia voz y en ocasiones la de Fidel Castro. Murió, imaginándose en la historia al lado de Simón Bolívar y a la vera de José Marti y Ernesto Guevara. Oró ante la imagen de Jesús Nazareno: "Dame tu corona Cristo, dámela que yo sangro. Dame tu cruz, cien cruces, que yo las llevo, pero dame vida".
Fue un presidente "sui generis" que consiguió permanecer en el cargo durante casi 14 años y ganar sucesivas elecciones por su retórica populista, habilidad para insultar a los aparentes enemigos de Venezuela y hábil uso de los petrodólares. Su caudillismo convirtió en unipersonal su régimen socialista, campeón indiscutido de los más desfavorecidos y enemigo de la burguesía, aunque su familia ya tiene más de 600 millones de dólares en propiedades.
Su fallecimiento ha dejado huérfano al régimen cubano, beneficiario privilegiado del petróleo venezolano y un poco "tocados" a otros gobiernos izquierdistas de Latinoamérica, como el de Nicaragua, Bolivia y Ecuador, con lo que compartió crudo y retórica anti-imperialista. Además, su "desmedida" personalidad y su inigualable capacidad para mentir y conectarse con sus "mulatos", le permitieron capear sin vergüenza, los graves problemas económicos de su país. Deja también enormes desequilibrios fiscales, escasez cotidiana y una extendida corrupción con violencia urbana, rampante, intacta y muy grave.
Creo que lo que ocurrió en Venezuela durante los últimos meses, fue un golpe de Estado a repetición mediante un fraude constitucional, hecho sin mucho disimulo; todo por la arbitraria y antijurídica decisión del Tribunal Supremo de Justicia, cuyos miembros fueron nombrados por Chávez y quienes nunca tomaron una decisión contraria a los deseos del coronel. Las consecuencias políticas y jurídicas son de mucha gravedad, pues Venezuela estuvo por algunos días sin presidente constitucional, el cual fue elegido durante unas elecciones muy cuestionadas y quien no se pudo juramentar el 10 de enero de 2013, simplemente por no encontrarse en condiciones físicas y mentales adecuadas. Esa es la verdad. Ningún venezolano, a excepción de su familia y de la camarilla corrupta que se beneficia del poder y de los petrodólares, pudo verlo. Simplemente tomaron el camino más fácil, el de un golpe de Estado, pues ni Maduro ni Cabello tienen la capacidad mental y el carisma que otros tienen. Toda esta compleja situación surgió después y como consecuencia de la flagrante decisión inconstitucional del famoso Tribunal Supremo de Justicia. El gobierno venezolano actual no es legítimo, por lo tanto no está preparado para resolver los problemas que se avecinan en ese país. El acto político organizado por el chavismo el 10 de enero de 2013 fue el inicio de la campaña electoral de Maduro. Decía Nicolás: "Compañeros de armas, ustedes tienen una gran responsabilidad histórica, deben mantenerse unidos para garantizar la paz de la República". Así habló el actual Presidente, dirigiéndose a las Fuerzas Armadas y a la milicia Bolivariana, una reencarnación del paramilitarismo. Mientras tanto, Diosdado Cabello escasamente respira.
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