En un artículo reciente en el diario El Tiempo hice referencia a un excelente trabajo de José Leibovich y otros colegas en el que se encontró que los minifundios y los pequeños productores tienen una productividad por hectárea muchas veces superior a la de los grandes productores, a tal punto que si se le cediera (arrendara, vendiera, adjudicara o aún si se le entregara en aparcería) el 20 por ciento de la tierra de grandes productores a los pequeños podría aumentar la producción agrícola en más del 30 por ciento y mejorar sustancialmente su distribución.
El estudio referido muestra que los factores que inciden en la productividad y el ingreso promedio per cápita de las pequeñas unidades productivas agrarias son el acceso legal a la tierra, que es el que limita el potencial de las familias de producir ingreso suficiente, el acceso a crédito, a asistencia técnica y a capacitación. El ingreso per cápita promedio de los productores pequeños con título de la tierra o que la tienen arrendada es respectivamente 2,3 veces y 3,9 veces el de la unidad productiva sin título, y las aparcerías son 2,2 veces más productivas que estas últimas. Los productores que han recibido capacitación tienen un ingreso promedio 53 por ciento superior que el de los que no la han recibido. El ingreso promedio de los que tienen acceso a asistencia técnica es 2,2 veces el ingreso de lo que no la tienen. Los que reciben crédito ganan en promedio 80 por ciento más que los que no lo reciben.
Las unidades productivas pequeñas con acceso a crédito y asistencia técnica son tres veces más productivas que las que no tienen acceso a ninguno de estos dos servicios. El ingreso promedio per cápita de los productores que tienen transporte es tres veces superior que el de los que no tienen acceso. La sola asociación no tiene un impacto importante sobre el ingreso de los pequeños productores, pero tener asegurada la venta de sus productos establece una diferencia de 80 por ciento en el ingreso promedio.
El estudio de Leibovich y sus colegas aporta evidencia más que suficiente a favor de facilitar el acceso a la tierra, a crédito, capacitación, asistencia técnica y transporte para los pequeños productores campesinos. Por eso es urgente que se destine la tierra incautada que está en poder de Estupefacientes prioritariamente a pequeños propietarios. Esto requeriría en primera instancia que se saquen esas propiedades del control de Estupefacientes, que ha sido un foco de corrupción, y pasen a ser administradas por un fondo de tierras que las entregue en arrendamiento con opción de compra a pequeños productores campesinos dentro de programas de desarrollo rural específicos que cuenten con crédito, asistencia técnica y mecanismos de capacitación.
Adicionalmente se justifica plenamente la construcción de carreteras veredales y es esencial que los propietarios de la tierra paguen el impuesto predial con base en el valor comercial de sus propiedades, no en avalúos ficticios, para estimular la productividad y la oferta de tierras. Una forma eficiente de lograrlo es instituir el autoavalúo, siempre y cuando el ajuste del valor de los predios sea hacia arriba, y ajustar el avalúo de los que no lo hagan en 10 a 20 por ciento por año durante los próximos cinco años. Tendría que complementarse esta medida con la creación de fondos municipales de tierra para arrendársela a los pequeños productores locales con asistencia técnica financiada por los municipios, utilizando el mayor recaudo de predial para estos programas.
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