Cuando el control fiscal público parecía acabado en Caldas, es decir, cuando ya no se veían esperanzas de que los responsables de velar por la correcta inversión de los dineros oficiales dejaran de pasar de agache o se hicieran los de la vista gorda ante inexplicables despilfarros o dudosas ejecuciones de multimillonarias partidas presupuestales, aparecieron dos contralores que, sin nadie creerlo, prometen efectividad e infunden miedo y respeto, o por lo menos acabaron con la desfachatez de los corruptos y bandidos en el departamento de enriquecerse fácilmente maquillando informes e inflando valores en contratos y rubros oficiales sin que nadie hiciera nada.
Espero no equivocarme y tampoco llevarme desilusiones futuras, pero lo que vienen haciendo Lindon Alberto Chavarriaga Montoya, en Manizales, y Jorge Eber Wheeler Arcila, en Caldas, merece un reconocimiento que no debería hacerles si hablamos de que esa es la función que juraron cumplir cuando se posesionaron en el cargo, además para eso les pagan bien. Sin embargo, son tan escasos funcionarios de ese tipo por aquí, sensatos, responsables y con los pantalones bien puestos, que vale la pena exaltar el comienzo de sus gestiones y respaldarlos para que no vayan a desfallecer ni dejarse tentar, pues están en juego miles de millones de pesos de presupuestos que deben traducirse en obras y acciones para el desarrollo de la ciudad y del departamento.
A Chavarriaga, Contralor Municipal, lo conozco desde la década del 90, hace varios años ya, y lo recuerdo como una persona ligada a la cultura local. Después pasó a ser funcionario de la Contraloría Departamental donde por años conoció los vericuetos, enredos y la realidad del control fiscal posterior, pero siempre con un bajo perfil y respondiendo a lo que determinaran los contralores de turno. Debió conocer muchos asuntos dudosos e irregulares, pero como aquí en el sector público no es lo que uno conozca sino lo que le dejen y ordenen hacer, pues ahí pasó, conoció y creo que se sorprendió.
Ya con la convicción de que algo distinto se podía hacer aceptó la postulación para la terna de la que salió elegido como el guardián de los recursos públicos que se destinan para inversión en Manizales. Y con escasos seis meses de desempeño Lindon Alberto tiene asustado a más de uno, funcionarios y contratistas, pues no sólo está poniendo en conocimiento un cúmulo de irregularidades por sobrecostos, desvío de dineros y utilización de plata en actuaciones superfluas y amañadas, sino que trabaja en algo que ninguno se había atrevido que es sembrar en la consciencia del ciudadano de a pie, del común y corriente y del que como usted y yo no toleramos ni aceptamos, la corrupción bajo ninguna consideración y que todos podemos ser garantes de que lo público se maneje responsable y transparentemente.
Si la mayor queja de nuestros ciudadanos, y de los colombianos en general, es que el peor mal del país es la excesiva corrupción, razón por la cual hay que acabarla, pues esto no puede seguir como viene, callando y tapando. Por eso el viernes la Contraloría Municipal presentó en la calle el programa "Bolsa de Valores". Se puede quedar uno corto al hablar de la importancia del simbólico mensaje, sin embargo hay que decirlo, así para muchos estas actividades sean cantos de sirena, a la gente en la calle hay que insistirle en la urgencia de retomar y recuperar los valores. No hay otra salida.
Pero mientras la comunidad en general vuelve por la senda del civismo y de la valentía para denunciar y no callar tantos absurdos y entuertos, la Contraloría Municipal seguirá emitiendo funciones de advertencia sobre las presuntas irregularidades encontradas, como en el programa de Renovación Urbana de San José donde los primeros cotejos dejan ver que hay recursos del orden de los 5 mil millones de pesos entre mal invertidos, embolatados, sobredimensionados y que se gastaron en cosas innecesarias.
Del Contralor Departamental Wheeler Arcila no conozco mucho, sólo que fue de un grupo político y que hoy pertenece a otro. Salió como de la nada y sus acciones parecen ir encaminadas por la senda correcta. En su primer semestre de actividades ha emitido más funciones de advertencia que las del funcionario que sucedió y que estuvo allí por cuatro años y para quien los abusos, excesos y adefesios de la administración de Mario Aristizábal Muñoz parece que estuvieron precedidos de la buena fe.
Ojalá estas contralorías sigan escarbando porque seguramente van a encontrar actuaciones raras y putrefactas que pasaron en Manizales, en la Gobernación y en los 26 municipios restantes del departamento y que otros no vieron ni advirtieron, para ponerlas en conocimiento de la comunidad y de las autoridades. Y es que estas cosas hay que decirlas claramente, así a algunos les moleste que se hable mal de Caldas que porque nos autodestruimos, pero es que ni la corrupción ni los corruptos pueden quedar en el anonimato. Además lo que se haga es una lección para los que están agazapados esperando la oportunidad para delinquir. Así es que si estas Contralorías cumplen con su función constitucional, se estará demostrando que no es necesaria su desaparición.
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