Si no fuera por la gravedad que reviste el asunto, sería risible y motivo de hilaridad ver la metamorfosis que se está presentando en la política de Caldas. Un Guido Echeverri con actitud bonachona (la misma que utilizó en la campaña pasada) y sonrisa amable, vuelve a ser protagonista de las elecciones para la Gobernación de Caldas, pero con una pequeñísima diferencia: ahora el fondo no es el partido liberal (su partido) y el partido conservador (el que lo avaló para su gobernación), sino el partido de la U, el sierrismo y otros reductos de partiditos que antes lo vapulearon, lo atosigaron, lo denostaron y hasta le hicieron anular su investidura. ¡Vivir para ver!
Pero lo más aterrador es el silencio que cunde en las bases electorales. Todo parece indicar que valores como el de la lealtad poco importan en el mundo actual; ya prevalece es el beneficio personal, los réditos inmediatos, la alimentación del ego y las promesas de poder. Yo me pregunto qué pasaría si un líder cualquiera, que hubiera accedido al poder con el apoyo de los partidos "buenos" en Caldas, resultara apoyando pública, decidida y casi desvergonzadamente a la coalición barcoyepista después de haber sufrido su persecución y de haber recibido ofensas y agravios como los recibió Guido de sus contendores hace apenas dos años. ¡Lo muelen! Lo muelen los medios; lo muelen los gremios; lo muelen los seres impolutos de esta sociedad que han sabido feriar nuestros bienes, valores y riquezas y que se protegen entre ellos mismos para conservar su predominio en nuestra región.
Lo muelen quienes se arrogan el derecho de dominar nuestro mundo público y privado y están castrando generaciones enteras. Pero como en este caso el perverso de antes se pasó para el lado de los "buenos", recibió su bendición y todo pasó casi desapercibido, pero en el fondo se siguen minando nuestros valores y la sociedad se sigue consumiendo. ¡Qué pesar! Porque no pudo ser más triste ver la incertidumbre, la desazón y el dilema que reinó en los partidos en el momento de escoger a los candidatos para esta contienda electoral atípica. Como si viviéramos en un desierto, o como si nos hubiéramos detenido en el tiempo, vimos un estrechísimo abanico de candidatos salidos de entre un círculo aún más estrecho que se siente con el derecho de nominar, dominar e imponer sus voluntades. ¡Y todos, como borregos, aceptando sumisos sus designios y dejando que siga prevaleciendo su supremacía!
Por eso, repito, es casi risible ver a un Guido Echeverri posando de la mano con sus enemigos de campaña anterior; y casi risible también ver a esos enemigos enarbolando las banderas de la honestidad, las buenas maneras y el buen gobierno, a través de quien los derrotó en las urnas, cuando fueron ellos mismos los causantes de su destitución y quienes fraguaron las demandas que dieron al traste con su permanencia en el cargo. ¡Definitivamente en esta sociedad se es bueno, hábil, honesto, capaz o productivo, siempre y cuando se les sepa rendir culto, pleitesía y loor a quienes han usurpado un seudo liderazgo que hoy apesta por su necrosis evidente!
¡Ya es hora de reaccionar! Porque si seguimos soportando silenciosos este dominio absurdo de unos cuantos que, practicando los actos más perversos y denostando en alianzas mediáticas de sus enemigos políticos, se han apoderado del mando regional (aún sin tener capacidades para ello, como lo puede demostrar nuestra parálisis), estamos llamados es a vernos reducidos cada vez más y a observar impotentes cómo nuestros reales valores tienen que encontrar refugio en otras latitudes.
Hay que aclarar que los tres candidatos en contienda son personas honorables, dignas de reconocimiento y de inmensas cualidades para ocupar cualquier cargo público. Pero es muy desconcertante la evidencia de que los propios partidos políticos no se preocupan por tener bancos de líderes y canteras de personas que los puedan representar, atendiendo a una formación sana y en respuesta a las necesidades latentes de la sociedad. ¿Qué le está pasando a nuestra juventud? ¿Dónde están los nuevos líderes? ¿Dónde, los llamados al relevo generacional? Lastimosamente hay que decir que los hay -y muy buenos- pero en otras latitudes; están en el destierro provocado por esos círculos de poder cerrados, egoístas y absurdos que cada vez se estrechan más, pero también cada vez se ven más pobres en intelectualidad, ímpetu y realizaciones.
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También es risible ver cómo la campaña de la cual su mayor baluarte es Guido Echeverri, enarbola como símbolo de su poder el cargo que justamente hoy ocupa Hernán Penagos como Presidente de la Cámara de Representantes. Estoy seguro de que Hernán Penagos no representa solo su partido; por el contrario, conociendo su grandeza, podemos asegurar que su lucha por Caldas será denodada, salga quien salga victorioso en esta contienda por la Gobernación. Así las cosas, las promesas que hoy finquen las campañas en el poder al que ha accedido el representante Penagos, solo demuestran impotencia y tal vez falta de argumentos y de profundidad en sus planteamientos.
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