No es fácil nacer y morir el mismo día del mismo mes. María Félix decidió nacer y morir el 8 de abril. Se fue solo después de haber convertido en obra de arte el oficio de mujer.
"Solo he sido una mujer con corazón de hombre", dijo alguna vez la bella que estaría cumpliendo cien años por estos días.
Enrique Krauze, el mexicano que puso las comas en la autobiografía de la Doña, diría en el prólogo de Todas mis guerras, que ese corazón era el de Pablo, su hermano.
"El perfume del incesto no lo tiene otro amor", corroboró María en una frase que habría podido firmar Silva, el suicida poeta colombiano que todos los días se mira con su amante y hermana Elvira, en las paredes de la Casa de Poesía Silva, en Bogotá.
María Félix escogió el día de sus 88 cumpleaños para abrir el paraguas e ingresar en la eternidad. Un prosaico infarto que quería salir del anonimato se la llevó. Fue también en sueños cuando uno de sus caballos le informó que empezaba el fuego en las caballerizas. María despertó, le creyó a su caballo y salvó la cuadra.
Incluyó en su menú de hombres al charro Jorge Negrete, le admitió una guitarra a Pedro Infante y le alcahueteó piano, boleros y matrimonio al flaco Agustín Lara quien en un ataque de celos le disparó. Menos mal tenía buena puntería para componer canciones. Tal vez su insípido marido le inspiró aquella metáfora: "El sexy es el hombre con el que una tiene ganas de hacer el amor cuando lo ves vestido".
Un piloto colombiano de Avianca al que nunca identificó por discreta coquetería, alebrestó el erotismo de algunos de sus días y sus noches. Pero "le metí un poco de coco al asunto y me distancié de él". El piloto, Ricardo Fajardo, diría que la "separancia" se originó en incompatibilidad de mundos. Y convirtió en libro su bolero con María Bonita.
Con la venia de la sala, me declaro el más extraño de los mariafelixólogos. Apenas he visto alguna de sus películas. Pero leí su autobiografía y quedé flechado, como quedó el rey Faruk, de Arabia, que le regaló durante un viaje privado a las pirámides, la diadema de Nefertari la mujer que le mejoró el prontuario erótico al río Nilo bañándose en él. "Yo me entrego gratis a un hombre cuando me gusta, pero no es tu caso...". Y María Bonita le devolvió la diadema convertida en chatarra con su desplante.
La lectura del libro autobiográfico de María debería ser obligatoria para todo católico, ateo, escéptico, troglodita. Es una biblia que les enseña a las mujeres sobre sus derechos y a los hombres nos ayuda a amarlas y a respetarlas.
Fue una feminista las 24 horas del día. Siempre le dijo al pan-pan y al vino-vino. El libro vale por todas las columnas de la feminista francesa Florence Thomas, y que me perdone Madame la exageración de jugador de póquer.
Hizo de la vida un espectáculo de todas las horas. Vivió y dejó vivir. Todo con una cierta sonrisa. Si no fuera porque tengo programadas mis futuras encarnaciones hasta el año 5906, me gustaría reencarnar en Ceja de Lujo, "tan bella que hacía daño", como le dijo Jean Cocteau. Felicidades por su nacimiento; un responso por su muerte el mismo día de abril.
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