"El que confía sus secretos a otro hombre se hace esclavo de él". Baltasar Gracián, escritor español.
Algunos colombianos están muy preocupados con la Plataforma Única de Monitoreo y Análisis (PUMA), un sofisticado y costoso sistema de espionaje que permitirá a la Policía Nacional intervenir y escuchar las llamadas telefónicas, los correos electrónicos y las redes sociales de los ciudadanos. Más o menos parecido a lo que tenía montado María del Pilar Hurtado en el DAS, pero más sofisticado. Y con permiso.
En entrevista a LA PATRIA (No. 32,593) el experto en seguridad John Marulanda dijo que PUMA es una copia del sistema Prisma, que utiliza la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense para espiar a sus ciudadanos. No sé si la copia la compraron pirata en Unilago en Bogotá, pero al ser Prisma un sistema que usa una imagen sin pagar derechos de autor (la foto de logo es del fotógrafo Adam Hart-Davis) y la usan mal (la voltearon como para hacerla ver diferente), sería bueno que pidieran garantía.
Esto del PUMA puede indignar en un comienzo, porque eso de que se le metan el rancho a uno no es muy agradable. Pero, ¿qué pueden hacer las autoridades y el Estado con todo ese volumen de información? Si para atender una emergencia una patrulla puede demorarse hasta 24 horas (como sucedió con el ataque de unos barristas a unas personas en el barrio San Jorge) o responder un derecho de petición se tardan un mes, ¿qué pueden hacer con los 47,8 millones de usuarios de celular que aparecen registrados en el país? ¿Cómo harán para rastrear los correos del 80% de la población que, según el Mintic es la que tiene Internet en Colombia?
Además, acá hace rato nos grabamos las conversaciones. Lo hicieron los primos Nule con los Moreno; el gerente de la Industria Licorera de Caldas, Miguel Trujillo Londoño, con el gobernador encargado, Juan Martín Hoyos, y los sindicatos; lo hizo ‘la monita retrechera’ con el entonces presidente Ernesto Samper, lo hizo la excontratista de la Alcaldía de Bogotá Leszlie Kalli con una examiga sobre un lío de faldas con el alcalde Petro; hasta lo hizo el expresidente Álvaro Uribe con un tipo al que le quería dar en la jeta por marica. Y todas esas conversaciones se exhiben sin pudor en noticieros, periódicos, emisoras, y si tienen suerte son comentadas por Frank Solano en La Red o por la Negra Candela en El Lavadero.
Lo grave será que quienes se dediquen a seguir las andanzas de los internautas pasarán gran parte del día viendo pornografía. Según una encuesta realizada por la empresa Bitdefender, el 72% de los usuarios de Internet visitan portales triple X todos los días. El resto del tiempo lo dedicará a analizar emoticones y SMS mal digitados.
Otra cosa. Cuando se comience a legislar los alcances de PUMA nuestros políticos pondrán innumerables barreras para impedir ser espiados. Si no han sido capaces de participar en proyectos como Congreso Visible o Congreso Transparente, no van a permitir que la Policía los chuce y rastree sus llamadas de manera legal. Además, se toparán con que las redes del Congreso se caen por el exceso de visitas a páginas de Internet pornográficas, como sucedió en diciembre de 2010.
No hay que asustarse con esta plataforma que, como he expuesto antes, servirá más para las sesiones de masturbación de algunos investigadores que para cazar criminales. Hay que preocuparse es en los métodos que pueda usar el Estado para persuadirnos a que dejemos que nos espíen sin ningún pudor. Y el terror, al mejor estilo de la NSA, es el arma más eficiente para ello.
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