El ciudadano común solo sabe de drogas a través de las noticias, cuando hay incautaciones a gran escala en algún puerto colombiano, o cuando se trata de noticias locales oye de arrestos por microtráfico. Según parece las drogas son un problema policial.
Al ciudadano común cuando las drogas tocan a su puerta, usualmente lo hacen en forma de un pariente que las incluyó como parte de sus hábitos sociales. El drama familiar es enorme y en esa imperante angustia las soluciones son las más desacertadas.
La real cara de las drogas, o sea todo el fenómeno y su problemática, no la conoce el común de la gente y por ende son vulnerables las familias, incluyendo sus adictos. ¿Cuáles son los planes de contingencia del consumo de drogas en los colegios y las universidades?
Alrededor de las drogas se maneja el más curioso tabú, la sociedad mete la cabeza en lo más profundo de la arena como perseguida avestruz. Cuando el ciudadano asume una posición ante las drogas lo hace usualmente desde la moral, la droga es mala per se, y se debe combatir, pero esa posición desde lo moral parece estar caducando, porque el problema ha crecido de tal manera ya que el drama humano supera la actitud de ciudadano de bien. Nadie piensa en estadísticas y refuerzos policiales cuando su hijo o hija está sumergido en una adicción. A muchos ciudadanos les han tocado dar un paso más allá, conocer otro desintegrante efecto de las drogas y luchar contra ellas en su propia casa.
Colombia, como país famoso por sus mafias, estructuras comerciales al margen de la ley que hacen posible el negocio, concentra su atención en esa parte del problema, pero escasamente mira al consumidor de ese fatal producto cuyo consumo arrasa familias. Solo vemos en las películas de mafioso cómo estos destruyen las estructuras de la sociedad ya que captan al Estado en beneficio de la impunidad.
Al decir que la droga amenaza al Estado, y que la droga amenaza al individuo, estamos incurriendo en esa otra posición que tanto ha obstaculizado la comprensión sana del problema. Con diabolizar la droga se está escogiendo el peor camino para plantear estrategias; con miedos y prejuicios no se dan pasos firmes, se debe avanzar a un conocimiento científico del problema dándole importancia al consumo local, no tanto al tráfico en sí. Y este conocimiento metódico debe convertirse en un sinnúmero de planes de apoyo a las familias y a los adictos. Se podría comparar el impacto que tienen las drogas para el desenvolvimiento de una familia, con el que le acierta a una familia un miembro que sufre una enfermedad terminal.
La sociedad y el Estado deben replantear urgentemente el problema de las drogas, como tema político por sus consecuencias sociales, y enrostrar el fenómeno aportando soluciones.
La Universidad de Caldas dio un paso importante con su maestría en drogas y cultura, esas investigaciones deben convertirse en políticas de fondo y de largo plazo. Pienso que ese problema es de enorme impacto, con allanar "ollas" a gran escala no se están dando soluciones integrales y solo vemos cómo los índices de criminalidad relacionados con las drogas se incrementan y la sociedad parece haber claudicado ante esta situación.
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