El gobierno tiene dinero, y bastante. No hay justificación para que el gobierno no haya puesto en marcha hace meses un plan de choque agresivo y generoso para darle una mano a los cafeteros.
Los cafeteros están atravesando por una crisis de enormes proporciones. Los bajos precios internos y los elevados costos de la producción han erosionado la rentabilidad de la caficultora en los últimos meses. A eso se suma el efecto de una tasa de cambio que golpea las exportaciones. Esta mezcla de factores llega en el peor momento para miles de pequeños y medianos cultivadores que se endeudaron para renovar sus cafetales envejecidos y que este semestre tienen que empezar a pagar sus créditos. Sin ingresos suficientes y endeudados, estos pequeños caficultores se enfrentan a la dolorosa posibilidad de perder sus fincas por el incumplimiento de sus obligaciones financieras.
La situación es francamente dramática. Tanto, que muchísimos cafeteros ya han tenido que abandonar su tierra porque no vale la pena seguir cultivando. Tenemos entre manos una inminente crisis social y económica de enormes proporciones y que afecta al país entero. El café es el principal ingreso para 560.000 familias colombianas, la base de la economía de más de 600 municipios y la fuente de empleo para cerca de 2 millones de colombianos. De no remediarse la situación de los cafeteros, se vería comprometida la reactivación de la economía colombiana hoy en proceso de desaceleración.
Lo paradójico es que mientras los caficultores padecen esta crisis el gobierno está pasando por una bonanza fiscal sin precedente reciente. Los ingresos fiscales han crecido un 50% en apenas dos años y la tasa de cambio ha reducido el costo de los intereses de la deuda. En otras palabras, el gobierno tiene dinero, y bastante. No hay justificación para que el gobierno no haya puesto en marcha hace meses un plan de choque agresivo y generoso para darle una mano a los cafeteros.
No estamos hablando de un plan de mediano o largo plazo, que ya existe desde el gobierno anterior. Ni hablamos tampoco de un subsidio paliativo como el que se aprobó en diciembre, cuyos recursos solo cubren la mitad de las pérdidas para el 10% del café producido. Está en juego la supervivencia de miles de familias cafeteras y el único camino para aliviar esa crisis es un apoyo directo y mucho más decisivo por parte del gobierno. Para eso tiene el dinero.
El gobierno tiene que salir de su letargo y reaccionar sin más demora. No puede seguir en la actitud que demostró en el último Congreso Cafetero, cuando el presidente Santos y el ministro de Agricultura dijeron, respectivamente, que "el café no está en crisis" y que "los cafeteros deberían llorar menos y trabajar más". Señor Presidente, señor Ministro: esa no es la actitud que los colombianos esperamos y los cafeteros merecen. Los gobernantes no están para negar los problemas, sino para resolverlos.
Si el gobierno es capaz de asignar $4,2 billones para regalar 100.000 casas, ¿cuál es la razón para no ayudar con igual generosidad a 560.000 familias cafeteras sumidas en una crisis asfixiante?
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015