“Cumbres Borrascosas II”. Así se podría titular el gran fracaso político para América luego de la VI Cumbre de las Américas. Este encuentro contó con una característica en particular: las malas interpretaciones dominaron las pobres políticas en pro de la región. Además, una saturación mediática acabó con cualquier interés en esta reunión diplomática. Es más, me atrevería a decir que fueron los medios nacionales y extranjeros, los que impusieron la agenda dentro de la cumbre.
A pesar de las palabras del presidente Juan Manuel Santos, creo que sí hubo una conclusión para el encuentro. Es claro que América es incapaz de trabajar en conjunto como continente. Tener una imitación de la Unión Europea resulta inverosímil. Fue evidente que los presidentes solo pensaron en sus intereses y no en la región. Todos tenían quejas distintas y esto les imposibilitaba concentrarse más allá de sus propias fronteras. Realmente embarazoso.
Pero no fue ni el pelo rojo despeinado de Cristina Fernández, ni la falta de palabra de Daniel Ortega, ni el vestir estilo bocadillo de Obama lo que obtuvo la atención del hemisferio. Una historia de prostitutas con agentes de servicio secreto y soldados del ejército de EE.UU. se llevó los grandes titulares de Panamá hacia arriba.
Es inútil tocar este tema. Comprendo a los hormonales agentes. Su vida sexual debe ser mínima y quizás nula. Como dirían en los corrillos: “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”. Mientras tanto, los paranoicos congresistas republicanos se han llenado de motivos para cuestionar el gobierno de Obama y la seriedad con la que mide los escándalos propios de su administración.
De otro lado, estaba la muy sonada Cumbre de las Américas. Evo Morales había citado a Juan Manuel Santos a jugar un partido de fútbol en una sede naval de Cartagena. Finalmente, la noticia fue el gol de penalti que anotó el vicepresidente Angelino Garzón con la derecha. Todo un golpe de emoción para esta cumbre. Reconozco que Santos lo hizo muy bien exponiendo su trabajo en la cancha. Es experto lanzándoles a otros la pelota para que lidien con ella. Después de toda esta incontenible emoción, los petardos ocuparon las pantallas nacionales.
Daniel Ortega ni siquiera tuvo la delicadeza para decir que no iba a asistir. La misma incertidumbre se sintió con Hugo Chávez y sus discursos “veintejulieros”. Correa ya nos tenía a todos advertidos; su alta dignidad estaría ausente. Cuestiones de solidaridad con otros pueblos, pero no con el suyo. Esa es la política y poco se puede hacer al respecto cuando el presidente cree sabérselas todas.
Fiestas, celebraciones, reuniones y opulentas cenas. De hecho, las cenas fueron tan exitosas que Obama no probó bocado, de acuerdo con versiones de prensa. Los presidentes debían transitar por la alfombra roja como estrellas de cine y desfilar por el teatro, el mismo donde se realiza el Concurso Nacional de Belleza, más conocido como reinado.
Cristina Fernández salió frustrada porque su deseo de tratar el tema moribundo de las Islas Malvinas no se discutió. Es más, llegó tan brava a su país que lo primero que hizo al retomar labores fue nacionalizar una compañía de petróleo. De otro lado, a Evo lo dejaron solo y por ello trató de actuar como lo harían en el ALBA; sin rumbo alguno.
Dilma Rousseff le echó la culpa a la agenda y no se reunió con Juan Manuel Santos. José Mojica se ahorró hasta la última palabra y confirma, sin duda, sus planes austeros. Ricardo Martinelli de Panamá aseguró que no distingue a María del Pilar Hurtado. Felipe Calderón trajo desde México ideas para crear una policía internacional en contra del narcotráfico y casi no hace oír su voz. El resto, comieron y bebieron y nada hicieron.
La vieja táctica de la silla vacía se robó el show por el ausentismo de dos jefes de estado. Sin embargo, la influencia de esta decisión fue mínima. De hecho, casi no se sintió su alejamiento. A Obama le hicieron una encerrona y ante tantos reclamos quedó mudo. ¡Pobre reelección! Peligra tanto su segundo término en la Casa Blanca que quizás le haga perder otro magnánimo evento presidencial como la Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias. Eso sí, la Cartagena bonita, la de mostrarles y no una ciudad y un país que está en franca necesidad. Al gobierno le salió el tiro por la culata.
Mientras tanto, los colombianos no sabremos en mucho tiempo cuántos nos costó la cita continental. Muchos especulan y dicen que la cifra estuvo cerca de 25 millones de dólares. ¿Qué clase de gobierno nacional deja a sus habitantes sufrir por el duro clima tropical mientras sus dirigentes beben y comen a sus expensas? Simplemente inadmisible.
Para la memoria
Muchos funcionarios moralistas de Estados Unidos pusieron en la picota pública a Hillary Clinton por haber tenido una salida nocturna en Cartagena. Si desean un gobierno perfecto, están muy equivocados. A Stephen Harper, Primer Ministro de Canadá, ni siquiera se le escuchó la voz. Hay que aclarar que él tuvo una opinión más distante que Estados Unidos acerca del asunto de las Islas Malvinas. Eso fue todo.
Pero en Latinoamérica quedan preocupantes resultados. Muchos eufemismos para tan pocas ideas. A los presidentes del ALBA les dio por poner el tema de Cuba en la mesa y culparon a Estados Unidos por todo el caos que se vivió el fin de semana. Son preferibles países libres a autoritarios líderes jactándose de ser guías supremas del futuro de una nación. Por último, quedan idioteces ligeras como las que suscitó Shakira al tener problemas de dicción con el Himno Nacional de Colombia. Y estas mismas pequeñeces son las únicas que permanecen en la mente de quienes ven la forma más que el fondo. Y hablando de forma, prefiero cambiarle el nombre. La Cumbre de LAS Américas, expresa un continente partido. Es mejor, Cumbre de América o como quieran. De todos modos, nuestros presidentes son campeones inventando.
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