Un empleado trabajaba en una fábrica de muebles. Llevaba la parte financiera, ganaba bien y le gustaba mucho su trabajo. Un día, cometió un grave error en su trabajo el cual, perjudicó un poco a la fábrica. Enojado el jefe lo mandó a llamar.-¿Qué es lo que has hecho? -le preguntó el jefe enojado. -Perdóneme señor, pasa que mi hijo ha estado muy enfermo y no estoy durmiendo mucho. Le prometo que no volverá a pasar.
-Esto es como para echarte de la empresa -le gritó- debería hacerlo y poner a otro en tu lugar. Ya es la segunda vez. -¡Por favor señor!- Necesito el dinero, le prometo que no volverá a pasar. Le doy disculpas. -Está bien, te perdono, pero presta más atención la próxima vez.
Luego de unos días el empleado andaba por la calle, cuando un hombre que iba caminado muy apurado por la vereda lo choca sin querer haciéndolo caer al piso. -¡Perdóneme! -dijo el hombre extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse- no lo vi. Vengo con la cabeza en otra parte. -¡Y a mi que! -dijo el empleado enojado- acaso es ciego, ¡me podía haber lastimado!
-Es que voy rumbo al médico a buscar unos análisis y estoy muy preocupado.
-A mí no me interesan sus asuntos -respondió el empleado- váyase y fíjese de no tirar al suelo a otro. Justo en ese momento, el jefe estaba pasando por el mismo lugar y vio todo lo que había sucedido. Lleno de indignación siguió a su empleado hasta que lo alcanzó.
-¿Por qué no perdonaste a ese hombre?- le preguntó
-Con todo respeto jefe, pero es asunto mío. Casi me lastimo.
-Pero él te dijo por qué no te vio -replicó el jefe -yo estuve ahí y vi todo.
-No se puede andar perdonando a cada torpe que anda dando vueltas -respondió arrogante el empleado-
-¿Acaso tan difícil es hacer bien su trabajo? -preguntó enojado el jefe-Hoy volvió a cometer un error, esta vez olvidó mandar un fax importante al proveedor y ahora no tengo la madera que necesito. Otras personas ahora se ven perjudicadas por su error.
-Perdone jefe -dijo el empleado con una sonrisa nerviosa- se me pasó, justo llamó mi mujer hoy y me informó que a mi hijo le tienen que operar, no es grave pero uno se preocupa.
-Eso no es asunto mío -respondió el jefe- su trabajo es su trabajo, además usted mismo lo dijo, lo de su hijo no es grave. Lo perdono nuevamente, pero igual tendrá usted que dejar su puesto de trabajo a partir de mañana.
El empleado le rogó al jefe que no lo despidiera, pero éste se negó rotundamente.-Yo te perdoné el gran error que cometiste el otro día pues entendí la preocupación por tu hijo, ¿y tu no puedes perdonar a alguien que te chocó sin querer en la calle? Lo siento, pero tu nuevo error ya te impide seguir en la empresa. Varios empleados han sido afectados por ti, yo no voy a seguir dando trabajo a personas que no les interesan los demás.
Tomado de Taringa
La arrogancia es una actitud que lleva a ver a los demás, como si éstos no tuvieran ningún valor, es una forma de invisibilizarlos y hasta de negarles sus derechos. Es una manera de poner distancia y a pesar de que puedan existir explicaciones y palabras que justifiquen una determinada conducta, no son suficientes para aliviar la sensación de maltrato que haya podido ocasionarse.
La persona arrogante no sabe ver las reacciones emocionales de los otros, lo que significa que no es capaz de ponerse en sintonía con aquellos que le rodean; además se considera tan grande e importante que quizás cree que tiene el poder suficiente para amenazar y hasta causar miedo.
Llama la atención cómo es la reacción emocional de cada uno de ellos; mientras hay un jefe comprensivo, que sabe escuchar al trabajador y es ecuánime frente al descuido y sus consecuencias, éste no tiene la misma capacidad de observar y comprender el estado emocional de la persona con la cual tropieza. Es curioso, pero como él hay muchos que pretenden que se les mire y acoja amablemente, demandan el reconocimiento de sus problemas cuando tienen una necesidad y procuran que en estas condiciones, otros se sensibilicen con ellos; sin embargo, en la manera de relacionarse con los otros, les falta humildad y carecen de empatía, para ponerse en los zapatos del otro.
Podría alguien pensar que el jefe fue demasiado severo con la decisión que tomó al despedirlo, y que no se compadeció con la situación que aparentemente le tenía su mente ocupada, que era la enfermedad de su hijo, que aunque no estaba grave, si lo tenía preocupado.
Surge, entonces la paradoja: este protagonista se cruza en el camino con un ser humano que está viviendo la misma situación y aún así, no le importa y por el contrario lo recrimina insolentemente.
-¡Quizás olvidó cómo se sienten el cuerpo y la mente cuando se tiene una preocupación!
Dicen por ahí, que los maestros llegan cuando se está listo para el aprendizaje. En esta historia aprobar la materia, es aprender, a partir del despido laboral, costo muy alto por no saber tratar humanamente a los demás.
Finalmente, pedir perdón sin hacer transformaciones internas, no tiene sentido, es solo un gesto mecánico y vacío que no dignifica a nadie.
*Psicóloga
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