Estábamos en el "abra" (paso de montaña) entre el espectacular Salkantay y el Humantay. Otro coloso que desde este punto vemos es el Nevado Huayanay. En el prolongado descenso vamos a entrar en "la ceja de selva". Así llaman en Perú a los bosques de las laderas que miran a la selva amazónica en los Andes. La ceja se ubica entre los 4.000 metros y los 2.300. Corresponden a lo que en Colombia llamamos bosques de niebla o de cordillera. Estos bosques de la ceja son famosos en todo el mundo por la cantidad y belleza de orquídeas. El 57% del territorio peruano corresponde a la selva amazónica, de allí la gran riqueza en biodiversidad de este país. Digamos en este punto que el país del mundo que posee la mayor cantidad de especies nativas de orquídeas es Colombia. Se habla de 30.000 en todo el planeta, de las cuales el 10% corresponden a Colombia. No obstante en muchas publicaciones se lee que Ecuador es el país campeón en orquídeas. He preguntado a nuestros orquideólogos, como el doctor Carlos Uribe Vélez (considerado como el mejor traumatólogo de Colombia y hace poco declarado desde España como uno de los "mejores médicos del mundo"), sobre el asunto y me dice que como en Colombia está prohibido cortar y transportar orquídeas, entonces los "materos" se las llevan al Ecuador, donde las clasifican. Nuestro ilustre traumatólogo y orquideólogo, aclaro, no tiene nada que ver con un político de iguales apellidos.

Emprendimos, pues, el tremendo y temido descenso. Digo temido porque así nos lo habían pintado. La verdad que los 1.900 metros de desnivel son duros, muy duros para los que no están acostumbrados a la montaña y al duro ejercicio; para nosotros, habituados a largas caminatas y excursiones, fue un buen "entreno", exigente, sí.

Vamos bajando por un cañón, al principio muy amplio y luego estrecho. A la derecha las paredes casi verticales están cubiertas de densos bosques. Por ningún lado vimos ni cóndores ni pumas, ni osos, sí varias orquídeas al borde del camino. Operado, como estoy, de ambas rodillas por accidentes de montaña, bajo con las rodilleras puestas. En este momento quiero recordar para mis lectores de Manizales al doctor Humberto Carvajal, excelente traumatólogo ya fallecido y que fue quien me operó la pierna luego del terrible accidente que tuve en el nevado del Ruiz, cuando con la pierna partida en tres partes tuve que permanecer en los hielos del Ruiz durante tres días esperando el rescate. Corría el año 1982, el mes de junio por más señas; el mundial de fútbol de España para más señas todavía. A mitad del camino, en un verde y ameno valle, los arrieros, que se habían adelantado, ya nos tenían preparado el almuerzo con rica trucha. No solo nos tenían el almuerzo sino que habían montado carpa comedor, carpa cocina y carpa baño. Todo esto se desmontó apenas acabamos el almuerzo y seguimos el descenso. Realmente el trabajo del guía y de sus colaboradores es admirable y por ello al final les dimos muy buena propina, más que merecida. La vida de ellos es dura y sacrificada.

Hicimos un descanso en un "poblado" de tres casas llamado Chawllay. El camino seguía en implacable descenso. Íbamos paralelos, se entiende, por la cuenca de un río que nace en el Salkantay. Del otro lado en una bella explanada hay un lodge de chilenos, muy confortable. Está tan bien organizado el turismo en Perú que en estas selváticas soledades han levantado interesantes y confortables hoteles para turistas y caminantes. Seguimos el camino y llegamos a un poblado llamado Collpampa. Allí fue nuestro campamento. Sobra decir que todos estos parajes que vamos recorriendo son de impresionante belleza. La caminada de hoy fue de 10 horas y media contando los descansos.