Nunca en Colombia se había orquestado una asonada mayor que esa que, sin descanso desde hace mucho tiempo, al amparo del Gobierno, se le hizo a la Justicia en el Congreso de la República. Con esa Reforma querían derrumbar buena parte de nuestro andamiaje político, para pagar con impunidad total e inmunidad invencible, las acciones de todos los congresistas.
Todos, incluido el Presidente, ministros y funcionarios que se han hecho los pendejos, dejaron solapados que las raposas interesadas en sacar adelante ese exabrupto político y jurídico, pudieran llevarla a todos los debates y la terminaran "puliendo", como la deformación más grotesca que haya sufrido nuestra jurisprudencia, con la que hacían pedazos el pilar fundamental de nuestra ya maltratada democracia, que no otro, que ese establecido en nuestra Carta Magna que en el Título I, de los principios fundamentales, en el Artículo 1. que a letra reza: "Colombia es un Estado Social de Derecho…".
Esto sería suficiente, pero enfatiza en el Artículo 2: "Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; …la vigencia de un orden justo".
¡Letra muerta! Siguió todos los trámites que le son propios en el Parlamento, en donde en ocho debates en Cámara y Senado, fue aprobada, como una pieza mayúscula de estulticia humana, por lo peor que tenemos en nuestra sociedad, que no otra cosa, que esa ratonera en que se ha convertido el Congreso, para deshonra de todos los colombianos, vergüenza de una Nación que tiene como pilar fundamental de su Constitución, en el artículo 4: "La Constitución es norma de normas…".
Ninguno sintió vergüenza. Los intereses de la Nación, pasaron al patio trasero, ante la arremetida solapada de congresistas, que sin pudor, con absoluta falta de vergüenza, ausencia total de principios y límites éticos, volvieron añicos nuestra Carta Magna, para hacer reformas confeccionadas a sus propias medidas, la de los intereses nauseabundos que manejan politiqueros de baja estofa, de los que tenemos que avergonzarnos siempre.
Hoy, esa asonada hipócrita que nos embutieron los congresistas dejó al descubierto la debilidad de nuestros sistemas de control, la hipocresía total con la que actúan los que redactan las leyes, los que los acompañan y los que las votan, pero lo peor, la de un gobierno que no se inmutó durante tanto tiempo ante semejante monumento a la imbecilidad humana, digna de escribirse en una página que reúna lo peor de nuestra sociedad, que no otros que los inescrupulosos y corruptos congresistas, que amparados en prebendas inmerecidas, en méritos de los que carecen, querían licencia para seguir delinquiendo sin penas y sin castigos.
Los corrompidos intocables de esta maltratada Colombia, nos causan vergüenza nacional e internacional, nos demuestran que este país está levantado a la medida de delincuentes de cuello blanco, de políticos inescrupulosos, de muchos bandidos y no pocos matones, abusadores del poder, ese que en mala hora les dieron sus electores.
Ahora casi todos vienen a decir que no leyeron lo que aprobaron. Eso los hace doblemente irresponsables. Un Congreso con gente así, no puede seguir siendo el que maneje el trámite de leyes, el que trace las rutas que debemos seguir en el intento de ser un país decente. Congresistas minúsculos como los que nos representan, llenos de cuestionamientos, interesados más en lo personal que en lo público, deben ser apartados de sus cargos, estar impedidos para tener cualquier acercamiento al manejo de lo público, en lo que han demostrado, una absoluta falta de principios éticos, una carencia total de escrúpulos, un absoluto desprecio por los colombianos del común: sus electores.
Para gente como esa no cabe otra salida que la revocatoria del Congreso, con un llamado a elecciones de parlamentarios en el que ellos no puedan participar, para poder renovarlo completamente, sin que en ese recinto, que debe ser sagrado, hoy convertido por su cuenta en madriguera, puedan seguir haciendo nido todos esos hombres minúsculos, no pocos, muchos, con cuestionamientos legales, y bastantes, la mayoría, con no más intereses que los suyos propios.
Pero esa revocatoria no puede ser el arma de un grupo político que quiere convertir a Colombia en un laboratorio para seguir experimentando el paleolítico político, desde una organización llamada Primero Colombia. El expresidente Uribe, que está tan interesado en meterle las manos a la Constitución para cortarla a su medida, su grupo de áulicos y seguidores, no pueden tomarse por asalto la Constitución, para demostrar que ellos pueden hacer una Colombia a la medida de sus propios intereses. Ese sería el acabose institucional. La estocada final para nuestra democracia.
La revocatoria debe salir del pueblo solidario y unido que está harto de políticos corruptos, cansado de sus mañas políticas, aterrado con las prebendas que tienen esos encargados de representarlos, hastiados de la impunidad de la que gozan, indignados con la inmunidad que quieren tener. El constituyente primario no quiere que sean ellos mismos quienes desbaraten la Constitución Colombiana y la reformen a su medida.
Fueron 125 congresistas los que le dieron la puñalada marrullera a la Constitución. Por el SI: 115, por el NO: 10. Impresiona que menos del 8% de los Congresistas hayan tenido la dignidad de oponerse a semejante vulgaridad, una verdadera grosería política. Estos fueron los que votaron por el NO: Miguel Gómez Martínez, Gloria Stella Díaz Ortiz, José Ignacio Mesa Betancourt, Javier Tato Álvarez Montenegro, Yahir Fernando Acuña Cardales, Alba Luz Pinilla Pedraza, Iván Cepeda Castro, Wilson Never Arias Castillo, Carlos Germán Navas Talero, Ángela María Robledo Gómez. De Caldas, el senador Jorge Robledo.
En Caldas, votaron por el SI: El senador Luis Emilio Sierra (Conservador), los representantes Jairo Quintero (La U), Jorge Hernán Mesa (Conservador yepista), Juana Carolina Londoño (Conservadora sierrista). Mauricio Lizcano y Jaime Alonso Zuluaga no aparecen en la lista.
¡Muerte política para todos esos congresistas indignos!
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