En todas las actividades del hombre, cuando intervienen dos o más de ellos, se presentan diferencias y contradicciones; es solo humano y a mi juicio cuando son bien manejadas se constituyen en importantes motores del progreso y de la evolución de la sociedad. Pero, ojo, cuando son inadecuadamente tratadas pueden convertirse en peligrosos elementos desestabilizadores de un ordenado devenir social. Y siendo la Fiesta Brava un apéndice de la realidad de los pueblos taurinos del mundo, nueve en total entre los cuales se incluye nuestra patria, es natural que los enunciados arriba mencionados sean aplicables también para este quehacer.
En los actuales momentos, según me he enterado por comentarios que me han hecho diversos representantes de los principales colectivos que componen la fiesta taurina colombiana, existen algunas divergencias acerca de temas puntuales que afectan los intereses de dos de los más representativos estamentos de la misma. Los comentarios o consejas, no lo sé, que andan deambulando por los pasillos del medio parece que han caído muy mal en una y otra parte, lo cual, según indica la lógica, puede ser la manera menos adecuada para encontrar una solución que a todos convenga, principalmente a la comunidad taurómaca, que es en últimas la que se perjudica o beneficia de las determinaciones que tomen alguno o algunos de los distintos cuerpos que componen la fiesta colombiana.
Preocupado con el asunto me puse en contacto con un "viejo lobo", en este caso no de mar sino de toros, con el fin de explorar su opinión acerca de lo que estaba sucediendo con el asunto que hoy nos ocupa y las consecuencias que, a su juicio, podrían llegar a tener las determinaciones que se tomaran dentro del actual estado de cosas. Mi curtido y leal amigo narró muchos episodios de la historia de las relaciones entre las diversas entidades que de siempre han conformado la estratificación de la actividad taurina. Me contó como hace años hubo una pugna irracional entre los diversos estamentos taurinos que llevó a todo el colectivo a vivir momentos de zozobra y pánico frente a las acciones violentas y a las agresivas realidades que se hubieron de manejar.
Pero "con paciencia y un palito" me decía el viejo cazurro, frase que yo interpreté, creo que acertadamente, como -con ecuanimidad e inteligencia- "logramos volver el río a sus cauces naturales y desde entonces ha reinado, con todas las obvias diferencias y contradicciones que existen en una vida de relación, un ambiente de cordialidad y respeto que todos esperamos jamás se llegue a quebrantar".
Entonces de ser cierto que en ambas orillas se encuentran dirigentes "ardidos" por los falsos o ciertos comentarios que ha suscitado de parte y parte este episodio, con toda la fe que me acompaña, dada mi condición de religioso y con la seguridad que me produce el conocer bastante bien a los actores involucrados, su inteligencia, sagacidad y bonhomía, cariñosamente les recomiendo que se apliquen "Picrato de Butesín", conocido anestésico y antiséptico que alivia definitivamente el ardor causado por cualquier tipo de quemadura y "barajen y den de nuevo", usando en una renovada etapa de la negociación un tono más conciliador, mas equitativo y respetuoso, si es verdad que hubo carencia de estos elementos en los tratos que causaron el escozor.
Recibe un abrazo de tu amigo.
El Fraile
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