La caída de firmas como Proyectar Valores, Factor Group y recientemente Interbolsa ratifican un concepto ya conocido en el entorno financiero: mayores retornos siempre vienen acompañados de más y mayores riesgos. En Colombia, un buen indicador de lo que sería la "tasa libre de riesgo" es la tasa de interés de los certificados de depósito a término fijo (CDT), que para un plazo de 90 días se ubica en 5,42% efectivo anual. Cualquier instrumento que le permita a un inversionista obtener tasas superiores, necesariamente lo está llevando a asumir riesgos importantes.
Lo anterior es importante para entender por qué se repite la historia de la empresa que crece rápidamente y logra posicionarse como la primera en la Bolsa de Valores para luego caer de manera estrepitosa. Por supuesto que en el caso de estas firmas estuvo comprometido el profesionalismo de sus directivos al incurrir de manera abusiva en riesgos excesivos. También fallaron los sistemas de regulación, autorregulación y vigilancia. Falló el Gobierno, la Superintendencia y el mismo gremio. Pero quien también falló, consciente o inconscientemente, fue el inversionista. En su afán desmesurado de obtener mayores retornos salió a invertir recursos en fondos que ofrecían rentabilidades bien por encima de la "tasa libre de riesgo" sin necesariamente haber medido los riesgos asociados.
Robert Skidelski, un reconocido economista ruso y biógrafo de John Maynard Keynes, publicó recientemente un libro en el que cuestiona la incesante búsqueda del ser humano de obtener más riqueza sin un fin en sí mismo. A la pregunta de "¿Cuánto es suficiente?" Skidleski responde argumentando que sobrepasar ciertos límites puede conducir a que el dinero se convierta en un fin en sí mismo, momento en el cual pierde su propio fin (How Much is Enough? Robert & Edward Skidelsky). El avance en los mercados financieros y la facilidad para invertir recursos y obtener retornos atractivos ha permitido el desarrollo de un sistema lleno de instrumentos y modalidades de inversión. Este sistema es atractivo para inversionistas especializados (como los fondos de pensiones) pero peligroso para los demás, sobre todo en aquellos casos en los que, como Skidelsky, no están claros los límites ni los riesgos a asumir. Por eso cada vez es más importante que el inversionista esté en la capacidad de definir sus propios límites, pero además de medir y evaluar los riesgos que asume y confrontarlos con los incentivos mal alineados que tiene su asesor, quien, generalmente devengará una comisión al momento de la transacción. Debe el inversionista conocer al detalle el destino de su inversión, la naturaleza del activo, y todas las implicaciones legales (no vaya ser que, como los de Interbolsa, termine además de todo, acusado con la DIAN por evasión de impuestos).
¿Cuánto es suficiente? Es la pregunta que debe hacerse todo inversionista antes de arriesgar su patrimonio. Debe ser el punto de partida. No basta con creer que se está seguro por estar en una firma con reconocimiento nacional o internacional. Gigantes que han caído son muchos, y los seguirá habiendo, sin duda.
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