Las Farc parecieran no querer la paz. Y aunque esto no debería sorprender a nadie, en especial al gobierno, todavía lo hace.
Es claro que la guerrilla nunca prometió acabar del todo con la práctica del secuestro, pese a que los medios de comunicación dieron esto por sentado. Lo deberían haber hecho y puesto en práctica para generar los elementos de confianza y transparencia necesarios para el proceso que enfrentan. Pero no fue así.
En un comunicado de febrero del 2012 anunciaron la suspensión de "las retenciones de personas, hombres o mujeres de la población civil, que con fines financieros efectuamos". Es decir las Farc prometieron detener el secuestro extorsivo de civiles, mas no el de uniformados. Un error limitarlo a los civiles.
Y uno peor, haber mantenido su errada visión. Ahora con el secuestro de los dos patrulleros en el Valle, las Farc tensionan el proceso hasta un punto que parece estar rompiendo la cuerda. Una lástima.
Sin duda hay acciones de parte y parte en el conflicto que representan para la negociación costos manejables, pero el secuestro de los dos policías no hace parte de esto. Es una tensión que pone en riesgo la negociación completa.
Aunque se está negociando sin un cese al fuego, la guerrilla no puede comportarse militarmente desconociendo esta negociación. Hay un diálogo. Estamos en un proceso. Y el secuestro de estos dos agentes hace parte de un mediano logro militar en el campo para ellos, pero una torpeza infinita en la mesa de discusión para todos. Sin duda.
Pero no para ahí. La guerrilla no contenta con su error, ratifica su torpeza con un comunicado reivindicando su "derecho" de retener policías y soldados como "prisioneros de guerra" en el marco del conflicto armado, estableciendo que no son secuestrados. Al hacerlo ponen en evidencia su miopía de negociación y su poca capacidad de estrategia política.
Establecer que seguirán reteniendo policías y militares para convertirlos en "prisioneros de guerra", fuera de ser una perversión del lenguaje y de las categorías del Derecho Internacional Humanitario, es una utilización mañosa de una expresión para justificar una práctica criminal que la totalidad de la sociedad colombiana condena: el secuestro.
Las Farc no han entendido que tienen que ganarse no solo la confianza del gobierno, sino también la de la sociedad colombiana. Esa misma que esperan un día representar.
Pero con este tipo de actos, donde dos policías quedan sin su libertad, quieran definirlos como les dé la gana, ya sea secuestrados o prisioneros de guerra, únicamente se dan pasos hacia atrás en ese proceso. Y grandes.
Empantanarse en debates públicos sobre la calificación de este acto o en eufemismos para llamar a algo que es un secuestro, en nada va a ayudar al proceso o a las necesidades políticas del momento, y solo refuerza las belicosas críticas de los enemigos de esta negociación.
Sin la aprobación de la opinión pública, no habrá negociación que salga adelante. Y si las Farc entran de nuevo en la errada estrategia de secuestrar civiles o agentes de las fuerzas militares, únicamente conseguirán una respuesta del gobierno, y más importante, de la sociedad colombiana: desistir del diálogo e insistir, sin descanso, en su derrota militar.
Esperemos nos lo dejen saber pronto para, de ser así y ojalá no sea, no sigamos perdiendo el tiempo.
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