El sermón más taquillero. Escuchamos en los tres primeros días de la Semana Santa al director de La Luciérnaga, Hernán Peláez, evocando la memoria del irrepetible Monseñor Augusto Trujillo Arango, quien durante 40 años transmitió por las ondas de Caracol Las 7 palabras de Cristo en la cruz, el sermón más taquillero en la historia del catolicismo colombiano. El prelado, que apagó el micrófono unos años antes de su deceso, ocurrido en 2007, cuando sintió que las fuerzas lo habían abandonado, le ponía tanto empeño a sus mensajes que empleaba entre ocho y 10 meses en su preparación. El famoso sermón se lo inventaron un domingo de ramos, a la salida de misa, en el atrio de la Catedral, don Fernando Londoño y don Gilberto Aristizábal, ejecutivos de la cadena radial.
Otra vez al pie del cañón. A la ciencia caldense le produce tranquilidad volver a ver a la vulcanóloga nariñense Marta Calvache, como en 1985, comandando la vigilancia del impredecible Volcán Arenas, del Nevado del Ruiz, que de nuevo asusta con su excitación a los pobladores de su zona de influencia, en Caldas y Tolima. La científica pastusa dejó al cuidado de otros colegas su Volcán Galeras para retornar a Manizales a poner todos sus conocimientos al servicio del fenómeno desatado de las fuerzas de la naturaleza. La prudencia en el manejo de la información es una de las virtudes que adornan a la doctora Calvache.
Una receta sui géneris. Junto a un puñado de bendiciones, la lectora Ángela María Muñoz Osorio nos remite este manual para tener una Semana Santa mucho más ídem. 1. Tener a la mano: Abrelatas, para abrir el corazón endurecido. Cuchillo bien afilado, para cortar vicios y malas costumbres. Destapador, para destapar lo atorado en las relaciones familiares. Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones. Recomienda abstenerse de comer prójimo (chismes, murmuraciones y calumnias). Evitar condimentar el día con venganzas.
No consumir altas dosis de egoísmo. No tomar rencor, que pone de mal genio.
Evitar el consumo excesivo de picantes, para no decir malas palabras. No tomar postres helados, que congelen el afecto. Lavar bien el corazón, para que no se infecte de la cólera.
El menú recomendado. Exquisita caridad para con el prójimo. Caldo de atención a los desamparados y enfermos. Ensalada de detalles de afecto para los suyos. Tortillas abundantes para compartir con el hambriento. Refresco de alegría para convidar a los tristes y desanimados. Sopa de letras para escribir más seguido a familiares y amigos. Puré de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás. Pan bendito para los afligidos, ya que "las penas con pan son menos".
Finalmente, de postre se recomienda perita en dulce, para ser buena persona y caerle bien a todos. Torrejas con miel para endulzar los defectos de los otros. Yogurt de guayaba para repetir... gestos de perdón. Naranja dulce y limón partido "dame un abrazo que yo te pido". (Abrazar a los seres queridos, y darles besitos, de verdad, no de chocolate).Y no olvidar que"donde come uno, comen dos" y "échele siempre más agua a los frijoles". O sea: Comparta su vida con los otros.
La apostilla: A la Chef especializada en alimentos espirituales le faltó ponerle a su carta, a manera de colofón, un pedacito de la tierna canción de Héctor "El Chinche" Ulloa que interpretó Julio Jaramillo: "Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad"…
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