La próstata le ha jugado malas pasadas a varios de nuestros dirigentes. Obligó a cirugía prioritaria de la del Presidente, que no solo había crecido, sino que tenía un tumor maligno, "muy pequeño", y curable.
Se vino la del Vicepresidente, que la tiene grande hace meses, pero que no ha tenido solución hasta ahora, a pesar de tener otro tumor maligno, porque previamente había tenido un problema cardíaco, que lo obligó a una revascularización del corazón, y que después en un control se le acompañó de un accidente cerebro vascular, que lo dejó con lesiones neurológicas de las que aún se recupera, sin que hasta el momento alguien sepa a ciencia cierta la magnitud del daño.
El Alcalde de Cartagena es reemplazado porque se encuentra con un tumor que ha hecho trizas su cuerpo y dejó en ceros su gobernabilidad, a pesar de la terquedad con la que quería seguir en el cargo, aun a costa de lo más importante que tiene, que es su salud, salud sin la cual no puede gobernar, cosa que quiso pasar por alto cometiendo muchos errores, dejando la ciudad amurallada convertida en un epicentro de caos administrativo, de consecuencias impredecibles.
Y así vamos por toda la geografía nacional, donde mucha gente enferma, que a enfermarse tiene derecho, nos maneja directa o indirectamente, tomando decisiones que pueden poner en peligro no solo su salud, lo más importante, sino la correcta disposición para el manejo de lo público, en general tan mal manejado en este país, lleno de personas malsanas, que desde los puestos de mando hacen y deshacen a su antojo, sin tener consideración de clase alguna con sus gobernados y sus conciudadanos.
Todo eso sería poco, si no fuera porque estamos ante un mundo que no admite más improvisaciones y de una naturaleza que a diario pasa cuenta de cobro, por los excesos y atropellos cometidos contra ella, en esa carrera loca emprendida por el hombre, que se propuso como tarea destruirla a toda costa, con el único fin de enriquecer a muy poquitos, a expensas de empobrecer a muchos, las mayorías.
Así la cosas, Colombia está a merced de muchos enfermos, que tienen el poder y de incontables aliviados que tienen todo el poder de joder. Porque para nuestra desgracia, tenemos desde la barrera haciendo una oposición enfermiza a grupos políticos, que sin superar la realidad del poder perdido quieren ver creado el caos, para justificar su presencia y meternos otra vez el gol, de una seguridad que no es segura y de una democracia que es tan endeble, que cualquier tiranillo con falta de peso en los huevitos puede desestabilizarla, desde la pura mierda democrática.
Mientras todo esto pasa en el país del Sagrado Corazón, asistimos a la opereta del Procurador, queriéndose reelegir, sin importar el medio que necesite utilizar para hacerlo. Al Fiscal General de la Nación, disculpándose, porque las pruebas "irrefutables" contra Sigifredo fueron falsas, diciendo que todo no pasó de un malentendido y confundido problema de mocos y narices. Justicia de televisión y de pantalla.
Mientras todo eso nos pasa, el país sabe que los Nule terminarán pagando muy poco, los Moreno menos; que los desfalcadores de la DIAN, terminarán haciéndose los de la oreja mocha, para disminuir el impacto de lo que se robaron, dejando una estructura incompletamente delatada, que hace con los dineros públicos, lo que se les antoja, recolectado en esa oprobiosa lista de impuestos que pagamos los colombianos, triplicados no pocas veces, cuando tenemos que tributarle a este gobierno glotón e insaciable, buena parte del trabajo que hacemos, con el sudor de nuestro trabajo, para que burócratas sin oficio, puedan jugar al monopolio y repetir al unísono, un juego que es himno de estos insensatos: "Quién quiere ser millonario", por cuenta del Estado y sus deficientes sistemas de control.
En medio de toda esta debacle nacional, una verdadera desgracia para un país que no sale del subdesarrollo, debido en buena parte al comportamiento casi feudal de sus dirigentes, brilla como estrella fugaz, pero con brillo intenso, la Contralora General de la Nación. La señora Sandra Morelli. Una dama de armas tomar, impoluta, clara, sin medias tintas, con la capacidad personal y profesional de enfrentarse a los gladiadores que despilfarran el erario, para hacerles saber que no habrá frente a ella capacidad alguna de permear su institución o acallarla en las denuncias que ha venido realizando, en contravía de altos funcionarios y de políticos, para quienes se convirtió en la que controla los efectos fiscales de los actos públicos de los hombres públicos. De esos funcionarios públicos tan dados a ser manilargos con el dinero de los colombianos y tan propensos a defraudar al Estado, convencidos como están, de que en este país, poco o nada puede sucederles.
Ya la tienen en la mira, varios grupos políticos, que encontraron en esa mujer intachable, un verdadero obstáculo para seguir con esa orgía de desgreño administrativo, de despilfarro de dineros del Estado.
En medio de tantas próstatas dañadas, inflamadas, deformadas, neoplásicas, esa mujer, que no puede tener ese problema, enfrenta con entereza los desafíos de oponerse a la corrupción. Ella representa lo poco que nos queda de decente en este país de granujas y delincuentes, de políticos laxos y manilargos, de deshonestos y ladrones.
Que tiemblen las próstatas de los corruptos, que tengan que ser esculcados, vigilados o palpados, por el dedo señalador y rígido de la incorruptible Contralora.
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