Sonia llega a consulta demacrada y temblorosa. Se sienta y narra, con pocas pausas, lo que está haciendo el alcohol, no solo con su vida, sino con la de sus familiares y amigos.
Primero fueron sus padres y amigos consumiendo licor hasta el otro día, con el pretexto del disfrute y de que así era como había que descansar los fines de semana. Luego llegaron las discusiones, los empujones, las palabras soeces, las amenazas, y después los largos silencios durante días, mientras todo volvía a empezar.
El consumo inadecuado de alcohol y la violencia intrafamiliar se han convertido en un serio problema de salud pública, debido a las diversas implicaciones que ésta contiene.
El uso de alcohol afecta de manera significativa las relaciones con los demás y consigo mismo, puede generar: violencia doméstica, maltrato a los hijos y pareja, estropea las funciones cognitivas y físicas, produce enfermedades físicas, reduce la autorregulación emocional, lo que hace que su consumo desmedido sea un indicador de riesgo cada vez más preocupante en nuestra sociedad.
Desde tempranas edades, muchos niños y niñas comienzan a consumir licor, en ocasiones ante la indiferencia de los padres que en un principio no lo ven como problema, porque también ellos en medio de sus borracheras ni se enteran. Hay padres que buscan asesoría para afrontar las situaciones que emergen por el consumo de alcohol de los hijos, no saben cómo enfrentar esta situación ya que afirman que al llamarles la atención por sus conductas son irrespetuosos y desafiantes, aducen que fueron ellos quienes les enseñaron, que ese es el ejemplo, algunos inclusive han llegado a empujar y hasta golpear a sus padres, cuando éstos han querido poner límites y normas claras ante tales comportamientos.
En diferentes entrevistas se hace evidente cómo hay familias que han tenido que recurrir a las autoridades en medio de actos de violencia. Es necesario comentar que en algunas familias la violencia se tolera y a pesar del miedo no se atreven a pedir ayuda ni a tomar decisiones, asumen en secreto sus dolores y sus quejas, mientras quien maltrata y abusa gana terreno, así las humillaciones, los insultos, las burlas, las amenazas, las críticas, los empujones o los golpes, alimentan un entorno en el que los quiebres emocionales socavan cada vez más la salud mental de la familia.
Si bien son múltiples los factores que pueden desencadenar la violencia en una familia debido entre otros, al consumo del alcohol, también son muchas las acciones que se pueden realizar para prevenir y apoyar cuando los síntomas aparecen.
No se ayuda callando ni ocultando, es necesario buscar apoyo a tiempo, mientras se puedan encauzar las relaciones, además de asumir con conciencia, que al hacerlo se puede estar previniendo una tragedia.
*Psicóloga
Profesora Titular Universidad de Manizales
fannybernalorozco@hotmail.com
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