Jesucristo dijo "Yo soy la luz del mundo" y tú también eres luz cuando amas sin reticencias.
Recuerdo en este sentido la historia de dos personas atrapadas tres días bajo los escombros después de un sismo.
Cuando fueron liberados por los socorristas uno de ellos dio las gracias con esta confesión:
"Lo que más deseábamos, además de ser rescatados, era un rayito de luz en medio de la densa oscuridad".
Más que la misma comida esos dos sobrevivientes querían luz para espantar las tinieblas.
Y eso es lo mismo que ansían todos los seres humanos: la luz del amor, la fe y la esperanza.
Por tanto, anímate a llevar gozo al triste, compañía al solitario, ayuda al desvalido y ánimo al desalentado.
Semana Santa es compartir y acompañar, perdonar, querer y servir. Irradia tu luz hoy y siempre.
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