Este mensaje es claro: No busques la felicidad en lo grandioso o en cosas o situaciones inalcanzables.
Lo que hacen las personas realmente felices es valorar y agradecer las pequeñas cosas que ofrece la vida.
Apreciarlas tiene un poderoso influjo en la buena salud y en una existencia más prolongada y placentera.
La felicidad no es un lugar idílico al que algún día llegas, es el amor que das y recibes en todo instante.
Evade la trampa de aplazar la felicidad para un mañana que nunca llega por pensar así erradamente:
Cuando me gradúe, cuando me case, cuando crezcan mis hijos, cuando tenga más dinero, cuando me jubile...
Puedes ser feliz ahora si andas en la frecuencia del amor. Algo más: las personas espirituales son mucho más felices.
La felicidad no es un edén al que llegas algún día, es vivir en el amor y con Dios, es un modo de viajar: es un camino, no el destino.
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