En un papel la paz es bien frágil, y solo en el corazón y en la conducta se refrenda, no en arreglos políticos.
El forzado acuerdo con la Farc no es la paz de Colombia, es solo un paso hacia ella y de todos depende disfrutarla algún día.
¿Cómo? Solo con equidad, justicia, honestidad y transparencia, valores tan ausentes en tantos políticos y mal llamados líderes.
¿Son esos los valores que brillan en todos los defensores de un Sí y un No que nos han polarizado hasta el extremo?
Si le decimos SÍ a esos valores y NO a lo contrario, entonces caminamos hacia una paz anhelada y necesaria.
La plaga de la patria es una corrupción rampante y, mientras siga carcomiendo todo, ¿cuál paz estamos celebrando?
Las palabras de nuestro escudo deberían ser Honestidad y Justicia, antes que libertad y orden.
Igual en el himno, lo que hace falta no es una “libertad sublime”, es una transparencia ejemplar. ¿Para qué libertad sin buena consciencia?
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