Los niños y los jóvenes de hoy sintonizan más con una espiritualidad rica que con una religión tediosa.
Con toda razón son poco amigos de rezos repetidos, de ritos sin vida, de vetos, dogmas y normas rígidas y obsoletas.
Hay que enriquecerlos y nutrir su alma con una vida espiritual atrayente, dinámica, sentida y de experiencias hermosas.
Para eso escribí mi reciente libro El Sendero del Espíritu y también para adultos que piensan igual y abren la mente y el corazón.
Comparto esta linda plegaria infantil de un colegio: "De la cabeza a los pies soy la imagen de Dios.
Desde mi corazón hasta las manos siento el aliento de Dios. Cuando hablo con mi boca sigo la voluntad de Dios.
Cuando veo a Dios en todas partes, en mamá, en papá, en toda persona querida, en animal, en flor, en árbol, en piedra, nada me da temor tan solo amor a todo lo que me rodea".
Espiritualidad es una comunión amorosa con Dios, es amarlo de verdad con todo el ser, es una consciencia despierta.
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