Dice el escritor colombiano Pablo Montoya al hablar de la coyuntura aniquiladora de nuestra patria:
“Es difícil entender cómo hemos tenido fuerzas para amar, para reír y asombrarnos ante la vida que surge desbordante e imparable.
Porque es verdad que soy de un país en el que el abrazo y la fraternidad son una permanencia irrebatible.
Y es que así ha sido siempre la criatura humana. Entre el vaho y los abismos que la cercan, sigue empecinada en aferrarse a la esperanza y el sueño.
Es una doble faz, la del horror y la epifanía, la de la belleza y el sufrimiento”.
Muy bien escrito y ojalá tú y yo estemos siempre empecinados en aferrarnos a la esperanza y el sueño.
Es más, ojalá las vicisitudes y el infortunio nunca nos sumerjan en el lodazal del desespero.
El reto es nunca dejar de soñar, también ayuda a otros a dejar de arrastrase con las lombrices y a volar alto con los cóndores.
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