De niño, el cantante mexicano Javier Solís dejó de asistir a la escuela para ayudar en los gastos domésticos.
Cuando solo tenía ocho años falleció su madre adoptiva y el futuro cantante debió sobreponerse.
Se rebuscó como recolector de huesos y vidrios o trabajó trasladando mercancías en un automercado.
Trabajó como panadero, carnicero, cargador de canastas en el mercado y lavador de automóviles.
Poco a poco se impuso en el canto con su prodigiosa voz y llegó a ser una leyenda con sus boleros rancheros.
Es bueno recordar sus duros inicios porque se suele creer que el éxito cae del cielo o es cuestión de suerte.
Puedes nacer pobre en dinero, pero nunca en talentos. ¿Los aprovechas y eres perseverante en tus búsquedas?
La mayoría de los triunfadores afrontaron carencias y crisis, pero confiaban en sí mismos y dieron lo mejor
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