Amado Padre, hoy quiero darte gracias porque me levanto a trabajar, no a buscar trabajo.
Gracias porque, si amo lo que hago, dejo una buena huella y soy contigo un cocreador, un agente de cambio positivo.
Juntos creamos un mundo mejor, juntos convertimos las dificultades en oportunidades.
Quiero, mi Dios y mi Señor, ayudar con mi labor a que en este planeta haya más sonrisas y menos lágrimas.
Quiero dar buen fruto con mis talentos, desterrar las quejas y no refugiarme en excusas fáciles.
Mi vida es hoy mejor gracias al trabajo, los inventos y la entrega de los que me han antecedido.
Tengo una deuda infinita con todos los que crearon tantos medicamentos y utensilios que facilitan mi vida.
Mi trabajo es una misión de amor, es la oportunidad que me das para servir, iluminar y hacer el bien. Gracias, Padre, por poder trabajar.
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