Es la segunda vez que se conmemora el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas y el balance no puede ser más alentador. El hecho de que en esta oportunidad se dedique el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá a los millones de víctimas en Colombia, que haya sido tan nutrida y sentida nuestra participación en el desfile inaugural y que por primera vez se le dé voz a las víctimas en una plaza abarrotada de personas que escuchaban con atención un mensaje de reconciliación, es una clara muestra del reconocimiento que hace la sociedad a este grupo de personas.
El arte es muy importante en la construcción de la memoria colectiva; define la manera de contar nuestra historia y proponer el futuro que queremos vivir; nos ayuda a simbolizar lo importante en las comunidades y construir un relato de país. Es la mejor manera de ponerle rostro a la esperanza.
Los diferentes grupos musicales conformados por víctimas que cantaron las desgarradoras vivencias de sus pueblos en medio del conflicto, al son del bullerengue, contrapunteo llanero y vallenato, dejan en evidencia que el folclor no es solo divertimento, que hay mucha tristeza por los que se fueron, pero se mantiene una valentía infinita para edificar un mejor país.
El 9 de abril debe convertirse en un espacio para el diálogo social, el momento para discutir nuestra historia y buscar comprenderla. No podrá haber reconciliación mientras no se entienda qué ha pasado con nuestra sociedad, ni las víctimas, protagonistas de este conflicto, puedan alzar su voz para participar en la reconstrucción de la memoria histórica.
Es por eso que la participación de más de 500 representantes de víctimas en el Congreso de la República y de miles en las sesiones de las asambleas departamentales y concejos municipales a lo largo y ancho del país, son un hecho sin precedente. La intervención en escenarios políticos de las víctimas del conflicto, es un primer paso para alzar esa voz de indignación, sufrimiento, reivindicación, pero también de esperanza en la construcción de una sociedad más incluyente y justa.
No me canso de decir que la solidaridad es la mejor manera de actuar. Cada uno de nosotros debe ser consciente que su aporte a la construcción de una paz duradera, pasa por los eventos diarios. Nuestra consigna en la Unidad para las Víctimas es rodearlas, incluirlas, reconocerlas y apoyarlas, porque el trabajo que nos ha encomendado la Ley no es un trabajo normal, de él dependen más de 6 millones de personas, pero con la colaboración solidaria de la ciudadanía seguramente haremos más fácil su reparación integral.
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