Por nuestras vidas han transcurrido acontecimientos, gentes, instituciones, ajetreos de la más variada naturaleza. Pero lo más significativo sí es el mundo de la Cultura, el mundo académico. Y llevamos los recuerdos más duraderos de personalidades que de alguna manera nos marcaron por su sabiduría, por el don de gentes, por la humildad en el ejercicio del conocimiento y por la manera pródiga de compartir. Una de estas es Michel Hermelin-Arbaux (1937-2015), francés de nacimiento y colombiano de vocación y ejercicio. Formado Ingeniero-Geólogo en la famosa Escuela Nacional de Minas, con estudios en todas partes, y con todos los honores académicos encima. Investigador científico, docente irredimible, consultor, conferencista lúcido e ilustrado. Profesor jubilado y jubiloso de la Universidad Nacional de Colombia, sin ningún momento de desapego al trabajo de estudio e investigación, con preferencia en las labores de campo y de laboratorio, y la cátedra sostenida, en los años más recientes en la Universidad EAFIT, donde creó el programa de Geología. Su escritura, laboriosa y precisa. Miembro de número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
En París tuvo la primera seducción por la disciplina que ocupó toda su vida, al recibir un libro de Geología de manos de su profesor Daliphart, del Liceo Voltaire. Fue alumno destacado de Gerardo Botero, Stanley Schumm, SheldonJudson, Heinrich Holland, entre otros, en la Escuela de Minas el primero, y en las universidades de Colorado y de Princeton, los otros. Entre sus investigaciones más singulares tuvo la de explorar los orígenes de las terrazas fluviales, que su profesor Schumm había observado en no provenir de los cambios climáticos o tectónicos, con extrapolación de hipótesis a los paisajes tropicales de montaña.
Compartimos en la “Primera conferencia regional de Geotecnia” (UN, Manizales, agosto de 1975), donde presentó su estudio “Apuntes sobre geomorfología de Antioquia, área de Medellín. Consideraciones sobre el método escogido”, con mapa del área de estudio y detalles geomorfológicos. Y desde entonces no faltamos en la cercanía, mediando su mujer maravillosa, Marta-Elena Bravo, de estirpe de músicos y de alta formación en cuestiones de pensamiento, historia y planificación cultural, también con la impronta UN. En aquel trabajo se aplicó a modelar un método que llevase, de manera ordenada, a conseguir los objetivos trazados: inventariar recursos naturales, renovables y no renovables; límites para su uso, y establecer un aprovechamiento óptimo, cuidando los impactos ambientales.
En los preámbulos y en las secuelas de la erupción del volcán-nevado del Ruiz (cráter Arenas, Nov. 1985), con la tragedia de Armero, estuvimos también cerca, incluso en un trabajo de campo que desarrollamos con estudiantes, a partir de su iniciativa. Observó que estábamos presenciando el surgimiento de nuevos suelos, al detallar consecuencias de la avalancha desplazada por el río Chinchiná. Indagación que culminó con publicación en el “Boletín de Vías”. Hermelin tenía esa extraña y maravillosa cualidad de generar ideas de proyectos en visitas de campo, con lo cual alimentó multiplicidad de trabajos de grado, en los distintos niveles.
Su centro de vida y labor fue Medellín, pero con dedicación a indagar en todo el territorio colombiano. Su apego a este país fue enorme y ejemplar. Y con antenas bien puestas para estar al día en el desarrollo de la ciencia. Introdujo en Colombia los estudios de la ‘geología ambiental’, incorporada como rutina en los planes de estudio. En su lección de ingreso a la Academia de Ciencias, en 1995, se ocupó de “Las ciencias de la tierra y el medio ambiente en Colombia”, en sentido de esclarecer esa relación, al tomar en cuenta elementos del pasado y del presente, con la posibilidad de prever acontecimientos que puedan ser amortiguados o controlados, con una adecuada gestión ambiental, apoyada en las normas, pero con capacidad de generar conocimiento. En aquel trabajo, como en todos, hizo evidente su “fascinación por el conocimiento”, con la ambición de estar inmerso en procesos de ampliación del saber.
Otra experiencia de recordar, fue el estudio de Hermelin “Manizales: prediagnóstico de aspectos geológicos” (1985), orientado a ser una guía preliminar para la zonificación urbana, en función de la propensión a los riesgos naturales. Desatendido.
Michel Hermelin deja profunda huella en las Ciencias de la Tierra, en la vida académica, en la intimidad de su familia y entre las amistades que le admiramos y advertimos sus pasos perseverantes de indagación, y de motivación en el compartir, hacia la generación de conocimiento y en la formación de nuevas generaciones.
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