Manizales crece y no crece. Comparativamente con lo que les pasa a las grandes capitales del país, la nuestra sigue siendo un referente importante en materia electoral (casi todos vienen a buscar votos), en desarrollo educativo, en plataforma tecnológica, en fortaleza deportiva (aunque podría ser mejor), en generación de empleo, en prestación de servicios públicos, en construcción de vivienda, en turismo, en crecimiento comercial y en calidad de vida.
Sin embargo la ciudad está casi estancada en su crecimiento demográfico. En promedio, según datos del DANE, en el lustro 2005 – 2010 Manizales debió haber crecido en 20 mil personas al pasar de 368 mil 433 habitantes censados entonces a 388 mil 525 proyectados para ese año. Esta capital debe estar hoy sobre 400 mil habitantes, aunque el alcalde reconoció que ese registro es casi negativo pues lo estimado es que nuestra población aumenta en mil personas por año, muy bajo para una capital de estas características.
¿Y eso es bueno o es malo? Pues depende de por dónde se le mire. Es bueno no crecer de manera desmesurada pues a medida que hay más gente los problemas aumentan. Se necesita más espacio, se impacta más el ecosistema, se generan más desechos, hay más carros y motos, se complica la movilidad, es decir, todo tiende a aumentar en favor de más necesidades y mayor demanda. Es malo estancarse pues se pierde competitividad, se dejan de recibir más recursos, se envejece la población (como nos está pasando) y se pierden muchas oportunidades de ingresos económicos.
Tenemos un problema por falta de espacio apto para construir y para más áreas de desarrollo. Lo poco que hay está cercano a áreas protegidas, es limitado para intervenir por estar en zonas de riesgo alto o mediano, o está lejos de la cabecera municipal, como es el caso de El Rosario, San Peregrino, La Manuela o el Kilómetro 41. Además por la topografía, construir en Manizales es más costoso (casi el doble) que hacerlo en un terreno plano donde no hay que acondicionar espacios como aquí y donde las bases de una estructura requieren menos hierro, cemento y estudios.
Aquí construir una avenida es una desafío en ingeniería pues se debe apelar más a puentes, rellenar terrenos, reforzar laderas, hacer túneles, alargar recorridos, tumbar montaña, en fin, echar para adelante, pero con más exigencias y cuidados. Por eso en materia de vivienda la gran alternativa es construir edificios, intervenir viejas edificaciones, aprovechar cualquier barranco posible y adentrarnos en espacios cercanos a reservas naturales, lo que tanto incomoda a ambientalistas por los impactos negativos que eso y la población pueden causar.
Esa es nuestra realidad y por ella Manizales es superior a muchas otras capitales. Antes se hace necesario que la comunidad sea más participativa y exigente, y que el POT se discuta ampliamente para que todo lo que se ha de establecer como zonas o áreas de expansión sea concertado.
Mientras nos debatimos entre todas estas potencialidades y amenazas, que además deben involucrar un componente esencial como es el de la movilidad, hay que buscar alternativas para que la ciudad no se atranque cuando se presenten eventualidades. Viendo lo que sucedió hace 20 días cuando una vieja volqueta se quedó sin frenos en la zona industrial y de manera inexplicable recorrió cerca de dos kilómetros dañando carros a su paso, hasta terminar volcada en la glorieta de San Marcel, tenemos que decir que nuestra ciudad no se puede paralizar de esa manera por un grave accidente de tránsito.
Fueron cerca de siete horas que quedaron aisladas casi en su totalidad la ciudad y la zona industrial. Además este hecho generó un represamiento vehicular de incalculable magnitud en la carretera Panamericana por los automotores que iban hacia Bogotá, La Enea y Maltería, y viceversa. Cuántos trabajadores no pudieron llegar a tiempo a sus destinos, cuántos transportadores incumplieron sus citas de recorrido, cuánta gente retrasó la llegada a sus viviendas, qué desorden se vivió en La Enea que muchos utilizaron como vía alterna.
Urge que esta capital construya una vía especial que por el Alto del Zancudo (arriba del Cerro de Oro) comunique con la zona industrial saliendo por la parte alta de la Licorera. Casi todas las ciudades tienen llamadas vías circunvalares, nosotros la necesitamos. Que hay que tener cuidado por el impacto de la misma, claro que sí. Pero no puede ser que por la lentitud de las autoridades para atender una emergencia o por la gravedad de la misma, se paralice o se frene la mayoría de la productividad industrial.
Vale la pena insistir en la necesidad de que se agilicen los trabajos de construcción de la doble calzada a Potro Rojo desde San Marcel. Esa vía de doble sentido ya no aguanta el elevado tráfico vehicular que generan los transportadores públicos, los de carga pesada, los trabajadores de las industrias que van y vienen en sus carros y motos, el personal del Sena, los estudiantes de colegios privados de esa zona, y los habitantes de cerca de un centenar de viviendas de La Alhambra y Cerros de la Alhambra donde en cada una hay dos o más vehículos.
La plata está garantizada para esta obra desde hace varios años, es lo que dice el Mintransporte, entonces a correr para comenzar cuanto antes las obras, no sea que pasen otros cuatro años y otro presidente, y nosotros sin esa doble calzada y sin la nueva carretera al Magdalena. Ya hemos tenido demasiado sin Aerocafé.
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