La averiguática -una ciencia que apunta a querer saberlo todo- la pusieron de moda, en Medellín, en la recta final de sus vidas, los cofrades Roberto Cadavid Misas, (Argos), y Jorge Franco Vélez, dos apasionados estudiosos de las letras.
Aplicados a la tarea de verificar de dónde provienen todos los nombres propios que se inician con las vocales EU, acudimos a nuestro filólogo de cabecera, don Efraím Osorio López, quien se desvive para que aprendamos a escribir y pronunciar correctamente las palabras. Y sin darle vueltas al asunto, respondió:
“La esposa de un primo se llama Eunice; el suegro de María Cecilia, mi sobrina y ahijada, se llama Eutimio; y tuve una prima, Eumelia. A finales de la década de los cuarenta del siglo pasado estudié con Eucario Bermúdez, Eudoro González, Eulogio Rodríguez, Eugenio Tamayo y Eudocio no recuerdo qué. Supe de Euterpe (la diosa de la música), de Eurídice (la esposa de Orfeo), de Eustaquio (médico y anatomista italiano), de Eustacio (prelado armenio), y de las Eulalias (vírgenes y mártires). Leí a José Eustasio Rivera y a José Eusebio Caro. Y, si mal no recuerdo, en una canción mejicana mencionan a Eufemia. Y no es raro escuchar el nombre de Euclides, como tampoco el de Eufrosina. Y, por supuesto, todos hemos oído alguna vez el nombre de Eucarpo”.
También le preguntamos ¿qué tienen en común estos nombres propios?
“Que todos ellos vienen del griego y que todos tienen como primer elemento de su raíz (etimología) el adverbio griego eu (casualmente, letras cuyos nombres son épsilon e ípsilon) y que significa “bien -en todo sentido-, recta, justamente; favorable, felizmente; cumplidamente; ampliamente”. El segundo elemento, combinado con este adverbio, da el significado del nombre, así:
Eunice: de níke’ (victoria), ‘la victoriosa’.
Eutimio: de timós (fuerza vital), ‘de buen ánimo’, ‘alegre’.
Eumelia: de mélos (canto), ‘la melodiosa’.
Eucario: de jaris (la misma raíz de eucaristía, gracia), ‘caritativo, gracioso’.
Eudoro: de dóron (don, regalo), ‘generoso’.
Eulogio: de lego (hablar), ‘elogioso, que elogia’.
Eugenio: de génos (nacimiento, origen), ‘bien nacido, de buena estirpe’.
Eudocio: de doxéo (pensar, opinar), ‘de buena voluntad’.
Euterpe: de térpo (saciar, restaurar), ‘la que entretiene’.
Eurídice: de díke (justicia), ‘la de amplia justicia’.
Eustaquio: de stajus (espiga), ‘bien espigado’.
Eustacio: de istemi (colocar, erigir), ‘firme, constante, sano’.
Eustasio: de stasis (estabilidad), ‘bien parado, firme, constante’. Estos dos, Eustacio y Eustasio, están relacionados etimológicamente.
Eulalia: de laléo (hablar), ‘la bien hablada’.
Eusebio: de sébas (piedad), ‘el piadoso’.
Eufemia: de féme (lo revelado) ‘la bien reputada, que goza de buena reputación’.
Euclides: de kléos (gloria), ‘el glorioso, el ínclito’.
Eufrosina: de eufron (alegre, gozoso), ‘la alegre, de buena mente’.
Eucarpo: de karpós (fruto), ‘que da buenos frutos’.
(Fuentes: El diccionario griego y el Diccionario de nombres propios, de Gutierre Tibó).
¡Infinitas gracias, Maestro Osorio!
La apostilla: Portar un nombre fuera de lo común tiene sus ventajas. Contaba Lizardo Díaz, Emeterio, que hallándose Los Tolimenses en gira por Rusia le enviaron una bella postal, desde la Plaza Roja, de Moscú, al mandamás de Emisoras Nuevo Mundo, con esta sencilla dirección: Eucario, Suramérica, y le llegó.
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