Como en el juego de la pirinola: todos ponen. Esta debe ser la clave para el estudio de la reforma tributaria que hará el Congreso Nacional en las próximas semanas. No es un tema fácil, pues hay muchas presiones de todo tipo en estos debates: buenas y perversas, sanas y corruptas, técnicas y sociales. Son muy controvertidas estas iniciativas que tocan el bolsillo directo de todos. La línea de fondo debe ser generar una corresponsabilidad fiscal de todos los colombianos.
Seis puntos han generado polémica especial. La cárcel para los evasores, el nuevo tratamiento a las entidades sin ánimo de lucro, el incremento del IVA, el monotributo para pequeños comerciantes, el impuesto a las bebidas azucaradas y los impuestos verdes. Veamos cada uno.
La cárcel para evasores, ya es hora que Colombia la adopte. Cobija solo a los grandes evasores, para los que esconden activos, o se inventan pasivos por más de 5 mil millones de pesos. Países como Perú, México y Chile lo tienen previsto. Prisión que parte de 4 años para arriba, que es adicionada con una multa del 20% se espera que sea una fórmula disuasiva para la gran evasión.
El tratamiento más exigente a las entidades sin ánimo de lucro generará dificultades muy serias para muchas entidades que hacen el bien por todo lo largo y ancho del país. Pero también se taponarán muchas ratoneras que con el nombre de fundaciones son realmente construcciones, empresas de papel para evadir impuestos. La Dian, que le tocará determinar lo que se llamarán las “actividades meritorias” exentas, tendrá que ser muy cuidadosa para evitar la arbitrariedad.
El incremento de la tarifa del IVA al 19% es doloroso, pues es un tributo regresivo que castiga más duro a la gente de menores ingresos, pero su aumento es inevitable. Por la necesidad de generar mayores ingresos para el financiamiento del gasto del gobierno. Estamos por debajo de Brasil, Chile, Perú, Argentina en la proporción del IVA como participación PIB; en Colombia estamos en 5,1%, mientras que Brasil está en el 7,6 y Chile en el 8,2. Sigue exenta la canasta familiar lo que evita golpear de manera gravosa a los más pobres.
El “monotributo” para pequeños comerciantes es práctico y busca precisamente que no haya unidades de negocios por fuera de la tributación. Oscila entre 40 mil y 80 mil pesos, según el rango de ingresos del establecimiento. Se trata, pues, de una tarifa más bien reducida y de fácil cumplimiento. Y esto es muy importante, hay que facilitarle la vida al contribuyente, pero hay que aumentar la lista de contribuyentes.
El impuesto al consumo de bebidas azucaradas, de 300 pesos por litro, so pretexto que reduce el consumo y que con ello se ayuda a la salud de los colombianos. Tanta bondad no está del todo probada, pues hay evidencias que lo que ocurre es una sustitución hacia la cerveza (que tiene parecido contenido calórico) y que no es tan clara la reducción de consumo. Lo que sí será una fuente de recursos fiscales.
Los impuestos verdes que implican castigar los combustibles fósiles son positivos. El tránsito hacia energías limpias hay que favorecerlo vía precio. Por este camino se consiguen impuestos y se reduce el impacto negativo en el medio ambiente.
Una reforma tributaria asumida por una mayor base tributaria es un paso adelante para aceptar que todos debemos ser, cada uno en la medida de sus posibilidades, corresponsables de los ingresos del Estado.
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