Llega diciembre y con él la noche de las velitas. Un momento muy especial para que renovemos la esperanza en nosotros mismos, en nuestro país y en nuestra humanidad. Si bien es una luz en medio de muchas oscuridades, es una luz que se levanta y nos da una señal de esperanza.
Esta es una época donde tomando conciencia de las oscuridades, los problemas y los obstáculos, se hace una apuesta para ver el futuro de una manera distinta, para renovar la fuerza con que asumimos nuestra vida y los retos que tenemos por delante. Es un momento para que retemos todos los “no”, “pero”, “imposible”, “nunca”, “jamás” que se nos atraviesan muy a menudo en el desarrollo de
nuestra vida.
Las velitas es una fiesta de la Virgen, que nos prepara espiritualmente para la Navidad. Y esta nos recuerda la encarnación de Dios por medio de Jesús. Teológicamente es una de las manifestaciones más radicales de Dios, que se acerca a la humanidad para ser solidaria con ella y para llenarla de sentido. ¿Sentido? Sí sentido que nos renueva y nos impulsa a buscar una realidad distinta donde la vida se pueda dar y se dé en abundancia. Sentido que nos lleva a cambiar nosotros mismos para que podamos salir de nosotros mismos e ir al encuentro de los demás. Sentido que se encuentra cuando se tiende la mano solidaria a los más necesitados. Es pues, un sentido que se encuentra cuando se apuesta radicalmente por lo
humano.
Las velitas nos comienzan a reunir de nuevo en familia, nos vuelven a inyectar mucho calor de hogar en nuestras vidas. Es el escenario comunitario más cercano para la gran mayoría de las personas. La familia es, en efecto, el núcleo de nuestra vida relacional. Pues bien, desde allí es donde debemos construir esa nueva sociedad. Una sociedad en la que la tolerancia, el respeto, la diferencia y la colaboración puedan ayudar a construir un contexto de confianza para asumir los retos que ella tiene. Solo así podremos comenzar a trabajar por la paz muy en serio, una paz duradera que va más allá del no conflicto, que pasa por la equidad, la inclusión y la verdad.
En la noche de las velitas, al encender cada una de ellas, recordemos este gran trabajo que tenemos entre nuestras manos: la construcción de un nuevo país.
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