Se cumplieron 10 años de la creación del Consejo Privado de Competitividad. Y con ellos 10 años en los cuales el país ha buscado de manera muy concreta y explícita aumentar sus índices de competitividad. El Consejo trazó una senda de largo plazo para este proceso en el país y que tiene como horizonte el 2032. Según dicha visión el país será “uno de los tres más competitivos de América Latina, con un ingreso per cápita equivalente al de un país de ingresos medio-altos, a través de una economía exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación, […] con una mayor calidad de vida e igualdad”. En algunas características el país ha logrado tener una evolución muy positiva, sin embargo, hay otros frentes donde buena parte de la tarea sigue sin hacer. Hay, pues, luces y sombras. Como siempre los factores institucionales con la justicia han mostrado muy pobres mejorías. En el índice del Foro Económico Mundial Colombia pasó del puesto 63 entre 122 países, al puesto 61 entre 138. Hemos subido, pero seguimos por detrás de otros países latinoamericanos como Chile, México, Panamá y Costa Rica.
Pero más allá de los factores que son como condiciones de posibilidad, hay otras de desarrollo que no se han logrado dinamizar. Por ello, la comparación con los procesos vividos en otros países puede ayudar a iluminar una posible senda para que este proceso sea más contundente y rápido. Es decir, que se puedan propiciar unos avances más significativos en materia de competitividad. Ejemplos como el de Israel y Finlandia son muy interesantes. Una de las políticas que estos países pusieron en marcha fue el apoyo directo a ciertos sectores a los cuales les apostaron como país para desarrollarlos, fundamentados en la innovación. Como los procesos de innovación tienen tan alto grado de riesgo, los Estados dieron incentivos directos y direccionados en los sectores seleccionados. Y en este sentido es clave que el apoyo sea efectivo en términos de recursos, pero lo que se ha visto es que más que la cantidad, lo importante es que el apoyo sea sostenible en tiempo, que se haga con persistencia y paciencia. Solo así se logran tener resultados. En pocas palabras, el secreto de la fórmula está en que haya sostenibilidad en el tiempo y que el apoyo sea focalizado.
En este sentido, esta experiencia debe ser replicada a nivel regional cuando se quiera dinamizar el fortalecimiento de algunos sectores. Y para ello es fundamental conocer las fortalezas y debilidades de la región, para poder enfocar con mayor claridad las decisiones sobre los sectores en que podrían buscar ser de talla mundial, lo que podríamos llamar el sueño de inserción en la economía global. Pues bien, la estrategia de apoyo debe buscar cómo lograr cambios con base en la innovación.
En la misma celebración, el presidente Santos confesó que una de las fallas del proceso de apertura en el gobierno de Gaviria fue que consideraron que los sectores líderes para el comercio internacional aparecerían poco a poco con la ayuda del mercado. Pues bien, el presidente reconoció el error de no haber priorizado los sectores y haberlos acompañado y apoyado.
Con los aprendizajes de 10 años de seguimiento a la evolución de la competitividad en el país por parte del Consejo Privado de Competitividad, seguramente podremos avanzar por una senda más rápida y contundente en el futuro.
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