Frente a la vulnerabilidad de la ciudad de Manizales y otras poblaciones cercanas al Volcán Nevado del Ruiz, tanto en el departamento de Caldas como del Tolima, lo mejor es la prevención. En esto el alcalde de Manizales, Jorge Eduardo Rojas, ha fortalecido una dinámica muy importante de comunicación y previsión, para lo cual los protocolos frente a las emergencias son el mejor instrumento para mitigar los riesgos.
La gestión del riesgo es vital, y para ello las alarmas tempranas hay que tenerlas muy bien afinadas para enfrentar las situaciones de emergencia. Los riesgos son múltiples, pero no tienen la misma magnitud. El riesgo de material incandescente solo existe en los 7 kilómetros cercanos al cráter, mientras que el de cenizas, que ya se han ido manejando en los últimos años de manera correcta, no es muy difícil de tratar, pañuelo mojado o mascarilla en la nariz. Lo que sí encarna un riesgo alto es el de las avalanchas y para ello, las recomendaciones de tomar uno o dos metros por encima de la cota del agua es la mejor fórmula. Evidentemente, hay algunos asentamientos en los bordes de los ríos que tienen mayor vulnerabilidad. Allí las alarmas y la educación de los pobladores son fundamentales. Finalmente, el riesgo de sismos, es algo con lo cual la región ha aprendido a convivir.
¿Y cuáles de esos riesgos podrían materializarse? No se sabe a ciencia cierta. El volcán es uno de los más vigilados y monitoreados del mundo, pero el historial que existe no es suficiente para poder prever situaciones futuras con mucha precisión. Por ello es que los especialistas hablen más de probabilidades de eventos: que se calme, que continúe así como viene con cierta actividad pero que no llegue a explosiones, o que termine explotando. Por ello, las autoridades, responsablemente, hacen las previsiones con este último escenario, es decir, con el pesimista.
La experiencia que la ciudad y la región ha ganado en manejo de este tipo de riesgos es bien interesante y permite estar tranquilos y vigilantes al mismo tiempo. Las tareas de monitoreo se han ido sofisticando de tal manera que ya en tiempo real se tiene el pulso del volcán, gracias a que el observatorio vulcanológico es realmente un centro tecnificado y muy profesional. Las redes de alarmas están funcionando y las autoridades permanentemente están verificando su buen funcionamiento, en esto no se puede bajar la guardia. La cultura del cuidado ha ido permeando a muchas comunidades con lo que podríamos decir que estamos mucho mejor preparados que lo que estábamos en 1985, cuando ocurrieron las erupciones. Pero en todo caso, es fundamental la prevención.
Una información clara, precisa y directa es lo mejor para asegurar que el derecho de la comunidad a estar al tanto de los riesgos a los que está expuesta cumpla su objetivo: que las personas puedan tomar las previsiones necesarias.
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